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Debate ideológico

Alberto Vargas Peña (F. Libertad) 

31  de enero de 2001

 

El cambio de nombre del Partido Liberal Radical Auténtico a Partido Liberal a secas ha planteado - ¡por fin! – el debate ideológico en un partido que se debate en las contradicciones desde 1908.

A raíz de esas contradicciones hubo enfrentamientos armados muy graves y el país no pudo progresar todo lo que hubiera debido. El esfuerzo del mejor administrador paraguayo, el Dr. Eligio Ayala, tuvo que ser dirigido exclusivamente para organizar las finanzas de la República para enfrentar la guerra del Chaco, que se avecinaba.

El Dr Eusebio Ayala, que era liberal, no pudo hacer otra cosa que ganar la guerra y luego vino la hecatombe. Desde 1908 no hubo una sola hora de gobierno realmente liberal en la República del Paraguay.

El Partido Liberal nació prácticamente escindido, y cuando llegó al poder en 1904 ya estaba dividido entre cívicos y radicales, una antinomia fatal. Los liberales de Ferreira cayeron en 1908 y la supremacía fue radical hasta 1932.

El “gran Partido Liberal” solamente existió durante los prolegómenos inmediatos de la guerra del Chaco, y duró un minuto después de la firma del armisticio. Era un gran partido, pero no era ideológicamente exclusivamente liberal.

Las contradicciones internas hicieron posible la Carta fascista de 1940 y el ostracismo. E hicieron posible la hegemonía colorada, a pesar de la controversia feroz entre “guiones rojos” – socialistas de Natalicio González -  y “democráticos” – semi liberales de Federico Chávez.

Ahora es cuando hay que plantear el debate ideológico dentro del conglomerado azul, para poder organizar un partido liberal que tenga posibilidades de ir al gobierno con ideas propias.

Yo no creo que se deba temer plantear el debate ideológico en época electoral, ni en ninguna época. Es preciso que los liberales formemos una agrupación propia, con las ideas inmortales del liberalismo.

Libertad, gobierno limitado, presupuesto rigurosamente equilibrado, impuestos bajos, economía completamente libre, educación laica y gratuita, los viejos principios que nunca tuvieron la oportunidad de demostrar, en el Paraguay, que son los motores insubstituibles del desarrollo. Tal vez no seamos mayoría en el partido azul, pero eso no importa en absoluto si se sabe hacer propuestas creíbles y confiables.

Los radicales no son liberales y los liberales no somos radicales. No podemos coexistir en una sola agrupación política, aunque podamos hacer alianzas electorales en algún momento. Nuestras ideas y nuestros métodos son diferentes.

Enceguecidos por el espejismo del número, hemos perdido de vista el seguro puerto de las ideas firmes, aunque no dogmáticas.

Voy a sostener este punto de vista sin concesiones de ninguna clase, porque ya en el ocaso de mi vida no puedo renunciar al intento de hacer algo realmente útil para la República. Creo que el liberalismo es el cuerpo de ideas que hará que el Paraguay salga de la postración a que lo sometió el despotismo secular , como diría Cecilio Báez, y alcance el destino al que tiene derecho.

          El maridaje con el radicalismo encadenó y frustró al liberalismo  durante casi un siglo; es hora que termine. 

 

  

    

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