LA SITUACIÓN
PARAGUAYA, SUS CAUSAS Y SUS POSIBLES SOLUCIONES.
Alberto Vargas Peña (miembro de la Fundación Libertad)
La situación paraguaya ya no se mide: se sufre. Todos los indicadores
económicos han caído a su nivel más bajo, excepto el que señala el desempleo, que se
encuentra en su nivel más alto. La moneda se sostiene por milagro un milagro chino
pero se encuentra ya sin sustentación.
Los economistas vaticinan que se desplomará en menos de cuarenta y
cinco días. Se trata de un diagnóstico repetido pero que se agrava. Y lo peor, sigue
siendo lo mismo: No existe trazas de que con el gobierno ilegítimo, usurpador y
profundamente corrupto de Luis González Macchi, la situación vaya a cambiar.
La causa de tal desastre, porque de desastre hay que calificarla
no es una sola: El marco jurídico, que prácticamente viene desde 1940, impide que el
esfuerzo de la sociedad paraguaya se traduzca en la acumulación de capitales y ahorro. La
nueva legislación, en lugar de cambiar la orientación de aquello que condujo a la
pobreza, la confirma y exacerba sus consecuencias nocivas.
Y, para empeorar las cosas, desde marzo de 1999 aqueja al Paraguay el
peor de los gobiernos de su historia contemporánea. Un gobierno sin ideas, sin
orientación y lo peor de todo, fruto de un golpe de estado. Un gobierno débil sin
respaldo popular, incapaz no solamente de hacer reformas, sino siquiera de subsistir.
La corrupción de este gobierno es tan grande, que ya no queda sector a
salvo. Si el gobierno de Wasmosy fue el de los grandes ladrones, este es el de los
rateros. Se está llevando todo lo que quedaba del país. El ministro de Interior arrebata
incluso el dinero que una embajada extranjera regala a la Policía.
El presidente de la Unión Industrial Paraguaya, que equipó la empresa
pública que le regalaron con material introducido de contrabando, hoy dirige una
Comisión de Represión del Contrabando. Y nada se puede hacer porque todos los mecanismos
democráticos han dejado de funcionar, ahogados por una componenda de malhechores, que
involucra a jueces, fiscales, congresistas, ministros y funcionarios públicos.
De esta situación se sale de una de estas dos maneras: La primera,
mediante elecciones que hagan conocer la voluntad del pueblo; la segunda, mediante un
golpe militar o una rebelión popular. ¿Cuál será la opción elegida? El gobierno ha
impedido hasta ahora la alternativa de las elecciones, por lo que elige, sin duda alguna,
el camino de la violencia. En este camino ¿quién lleva las de perder? El país entero,
triunfe quien triunfe.
El mundo está viendo como el Paraguay se encamina al abismo, y como ya
he dicho más de una vez, no le importa. Que los paraguayos se maten, no tiene ninguna
trascendencia: que los paraguayos sean oprimidos, tampoco. El imperio estadounidense, que
armó este tinglado perverso, mira hacia otra parte. Será noticia apenas cuando comience
la batalla, porque la muerte es noticia que vende.
¿Hay esperanzas que esto no termine como comenzó, es decir mal? Yo
personalmente tengo cada día menos esperanzas. La estupidez de los que mandan es
demasiado grande y el botín demasiado dulce, para que se den cuenta que en el Paraguay se
está llegando a la medianoche del 13 de julio de 1789.