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CALLEJON SIN SALIDA

Alberto Vargas Peña (miembro de la Fundación Libertad)

El Paraguay se encuentra, gracias a la Constitución de 1992, en un callejón sin salida. Ninguna institución funciona ya, y no hay forma de resolver el problema dentro de la institucionalidad existente. Ha llegado el momento de refundar la República.

La "representación proporcional" es uno de los problemas más graves que tiene la Constitución. Provocó la inmediata aparición de la partidocracia, eliminando al aparecer, la verdadera democracia. Y esto destrozó todos los mecanismos de frenos y contrapesos que, además, estaban mal diseñados. La Constitución de 1992 es el resultado del eclecticismo, una manía paraguaya muy nociva.

Ahora que la Constitución ha mostrado todos sus defectos y conducido al país a la situación en que se encuentra, no hay más remedio que rehacerla, de la A a la Z, conservando el capítulo de garantías individuales y cambiando todo, absolutamente todo lo demás, y hay que rehacerla, no bajo sus condiciones de reforma, sino consultando directamente con el pueblo, es decir, por la vía del plebiscito.

La Constitución es el problema básico, que hay que resolver para seguir adelante. No se puede intentar siquiera dar un solo paso en ninguna dirección si primero no se institucionaliza en serio el país. Y para ello, es esencial, inevitable, cambiar la Constitución.

He venido diciendo todos estos años lo que yo creo que hay que cambiar en la Constitución para obtener el objetivo central, que es la democracia como vía para el desarrollo. Ningún sistema sirve para nada si no garantiza la libertad individual y el derecho a la felicidad, para utilizar la fraseología estadounidense. El "derecho a la felicidad" implica ser dueño del propio destino para resolver el propio problema económico.

A nadie le queda duda alguna – fuera de algunos trasnochados socialistas que todavía sueñan con la planificación central, contando con que ellos serán los planificadores – que el dirigismo gubernamental se hundió en el fracaso más completo, y que la economía crece sistemática y sostenidamente solo en libertad.

A nadie bien informado le queda ninguna duda que el mundo globalizado significa mundo competitivo, y que solamente puede competir el que es libre de manejar los factores de la producción.

A nadie le queda ninguna duda que para poder producir es necesario contar con un marco impositivo adecuado, que deje margen para el ahorro y la reinversión.

Y a nadie le cabe la menor duda que para ello es preciso contar con un marco legal apropiado y jueces que lo hagan respetar. Eso es lo que tiene que garantizar la Constitución, aparte de la seguridad individual y la limitación de las esferas gubernamentales. Y precisamente eso es lo que no garantiza la Constitución de 1992.

Cómo encontrar la salida en un callejón sin salida? ¿Volviendo para atrás o rompiendo la pared que lo cierra?

Yo creo que rompiendo la pared que lo cierra. Si el Paraguay ha de estallar – y se encuentra a punto – que estalle para adelante y no para los costados. Hacia delante se progresa; hacia los costados se revienta.