En
1954, y a raíz de publicaciones del New York Times sobre actos
vergonzosos en Montgomery, Alabama, L.B. Sullivan, encargado de la
policía blanca de Montgomery, querelló al diario y ganó en
primera instancia, en un juicio plagado de barbaridades, donde el
juez blanco y los jurados prevaricaron de la manera más
escandalosa.
Esto
lo relata magistralmente Anthony Lewis en su libro Ninguna
Ley..., que hace referencia a la Primera enmienda de la
Constitución de los Estados Unidos que comienza: El Congreso no
sancionara ninguna ley...que limite la libertad de expresión o de
la prensa.
Dice
Lewis que el propósito de Sullivan, el gobernador Patterson y el
sistema judicial de Alabama se proponían transformar la acción
tradicional por libelo, cuya finalidad era desagraviar a
particulares que habían visto mancillada su reputación y tornarla
en arma política con que intimidar a la prensa. El objeto era
impedir la publicación , no de informes falsos, sino de relatos verídicos,
de la vida de un sistema de supremacía blanca... La Justicia de
Alabama, según narra Lewis, se había puesto de acuerdo para
destruir la libertad de prensa impidiendo que se conociera la verdad
acerca de la situación de ese estado con respecto a la gente de
color.
Quienes así procedieron en Alabama y luego perdieron gracias
a la excelencia de la Suprema Corte de los Estados Unidos de América
y la presión de su pueblo decente, eran demócratas, del mismo
partido que el Sr. Clinton.
Si
uno lee atentamente el libro Ninguna Ley... quedará aterrado
ante las similitudes de lo hecho en 1954 en Alabama y lo realizado,
bajo la cobertura de la Embajada de los Estados Unidos de América
en el Paraguay.
Pero
ocurrió que Martín Luther King ganó a la población decente de
los Estados Unidos para su causa, gracias a la estrategia seguida
por Mohandas Gandhi en la India, y por las mismas razones. Tanto el
pueblo inglés como el americano eran susceptibles de entender un
mensaje que apelaba, sin violencia, a la vergüenza que le producía
a toda persona decente las injusticias que se cometían con el
pueblo de la India y con la población de color estadounidense....y
la libertad de expresión, que hacía llegar el mensaje.
En el Paraguay, lamentablemente, no existe una opinión pública
que reaccione ante las injusticias que comete el Poder Judicial
sometido al Poder político para perseguir a quienes no están de
acuerdo con el gobierno. Los oviedistas, por ejemplo, son en el
Paraguay tan criminales como eran los negros en Alabama, y soportan
las mismas condiciones que aquellos soportaron, y la razón es la
misma: funcionarios estadounidenses han apoyado un sistema que para
ellos es bien conocido.
Yo
espero, con ansiedad, que el pueblo decente de los Estados Unidos
dirija la mirada al Paraguay e imponga que a su pueblo se lo trate
con justicia; que desaparezcan los embajadores cínicos, que como el
L. B. Sullivan y el entonces gobernador de Alabama Patterson, no
hacen sino mentir para mantener una situación vergonzosa.
Yo espero que el Sr. Bush se avergüence de lo que ha hecho el Sr.
Clinton, y cambie a su embajador y cese de apoyar a un gobierno
usurpador, corrupto y despótico.
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