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Intervención extranjera

Alberto Vargas Peña (Fundación Libertad)

28 de junio de 2000

        

La intervención extranjera comenzó abiertamente en el Paraguay el 23 de abril de 1996. Desde luego que antes la influencia de Brasil y Argentina era decisiva, y la de Estados Unidos, pero después de la guerra 1864-1870 fue bastante solapada. Es que en el mundo se hablaba de la doctrina de la no intervención en los asuntos internos de países soberanos y de la autodeterminación de los pueblos.

Franklin Delano Roosevelt intervino abiertamente para hacer elegir presidente al Gral. José Félix Estigarribia, en contra de la opinión mayoritaria del Partido Liberal que deseaba la presidencia de Jerónimo Zubizarreta, y Peró intervino decisivamente para salvar la dictadura de Higinio Morínigo en 1947, cuando las tropas gubernistas huían en desbandada frente a los revolucionarios de Concepción. El Brasil y los Estados Unidos intervinieron para sostener la dictadura de Alfredo Stroessner, hasta que sus intereses les indicaron que deberían cambiar.

Maura Harty, embajadora de William Clinton intervino sin recato, acompañada de argentinos y brasileños – no hay que olvidar la intervención de los europeos – para sostener el gobierno de Juan Carlos Wasmosy y luego para derribar el gobierno del Ing. Raúl Cubas. Harty presionó descaradamente a la Corte Suprema de Justicia “paraguaya” para que apareciera una resolución inconstitucional e ilegal consagrando presidente al senador Luis González Macchi. Los Estados Unidos intervienen abiertamente, mediante el Sr Stephen Mc Farland para sostener el gobierno de González Macchi.

El pretexto de las intervenciones es siempre el de proteger la democracia; la razón verdadera es fortalecer la presencia económica de los países interventores en una región estratégicamente muy importante.

España, por ejemplo, quiere apoderarse del negocio de los combustibles vía REPSOL-YPF y necesita que Euclídes Acevedo, su hombre, se encuentre en el gobierno; Brasil quiere seguir dominando Itaipú, y por consiguiente respalda al Dr. Planás, que le concede todo lo que quieren; la Argentina desea los negocios de Yacyreta, por lo cual De la Rúa apoya a González Macchi; los Estados Unidos quieren las telecomunicaciones y la energía, y los negocios de frontera, por eso apoyan a Wasmosy vía Mark Jiménez. La democracia no tiene nada que ver con todo esto.

La intervención extranjera en el Paraguay se ha vuelto descarada. Cada día que pasa aparecen nuevos casos de intervención, y los embajadores  ya no son diplomáticos sino procónsules.  Discuten abiertamente los negocios y hablan con sus hombres en el gobierno, que no cuidan ya ni las apariencias. Para los interventores el argañismo es la clave de la continuidad de los negocios y la apertura de otros más lucrativos, por eso están haciendo lo posible por conservar a González Macchi en el sillón presidencial.

¿Qué saldrá de todo esto? Probablemente el 13 de agosto el Paraguay se pronuncie por la verdadera democracia y pida, con sus votos, la salida de González Macchi del gobierno. ¿Dejaran los interventores que esto suceda?

El Paraguay era una nación digna; hoy sigue siendo digna, pero de lástima. 

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