En un artículo publicado en La Nación de Asunción el 26 de noviembre
de 2000, el economista profesor de la Universidad de
Cambridge, Estados Unidos, Jeffrey Sachs, critica lo que denomina
el desorden monetario argentino, refiriéndose a la ley de
convertibilidad que
equiparó el peso con el dólar a un cambio fijo, invariable. Dice
Sachs que esta medida dejó a la Argentina fuera de competencia,
adhiriendo a dos teorías económicas: La de la macroeconomía que
considera al país como una persona, y la de las fluctuaciones
monetarias como instrumento para ser competitivo.
Estas
dos teorías han sido largamente refutadas por Ludwig von Misses,
Friedrich Hayek y Milton Friedmann, según quienes los países no
son personas y por tanto las cuentas de la gente son independientes
una de la otra y que la moneda es un instrumento de intercambio que
no quita ni eleva valores.
El
hecho es que la Argentina se encuentra en una situación difícil,
con un desempleo elevado, una deuda externa considerable, y una
producción no competitiva. ¿Qué es lo que hizo mal la Argentina,
si es que Sachs no tiene razón?
Es
esencial que los paraguayos examinemos a fondo el proceso argentino,
porque nos encontramos en una coyuntura parecida y se habla de
adoptar las mismas medidas que adoptó Menem aconsejado por Domingo
Cavallo.
El
mismo Sachs reconoce que al principio la ley de convertibilidad
provocó un aluvión de inversiones en Argentina, del orden de los
20 mil millones de dólares. Quiere decir que la convertibilidad
argentina provocó una enorme confianza en el inversor extranjero
que acudió a la Argentina buscando colocar rentablemente sus
capitales. Pero entonces sucedió algo. ¿Qué fue?
Menem
rompió con Cavallo y las reformas quedaron en el camino. La
Argentina tenía una moneda sana y fuerte, pero un esquema de leyes
laborales e impositivas contrarias a la elevación de la
productividad, con lo cual su producción dejó de ser competente y
flexible. A la devaluación brasileña no pudo responder con aumento
genuino de la productividad como hacen los Estados Unidos
mediante la baja de impuestos y flexibilización laboral. Y quedó
al borde de la catástrofe otra vez.
El profesor Sachs no examina esta parte del problema y
atribuye el desempleo y la incompetitividad a la dureza e
inflexibilidad de la moneda, lo cual ha sido demostrado que
es una falacia. La economía
argentina sigue atarazada por un chaleco de fuerza que es su sistema
impositivo y sus leyes laborales.
En
mi opinión el Paraguay debe dolarizar su economía y al mismo
tiempo rediseñar el sistema impositivo y abolir las leyes tuitivas
laborales. El mercado libre no perdona la incompetitividad. Y hoy,
la fuerza laboral humana es una mercancía muy desvalorizada, a raíz
de la automatización y la robotización.
¿Qué
hizo mal la Argentina? No el haber establecido la paridad peso/dólar,
sino el no haber completado las reformas que la hubieran competitiva
su producción.
La
falacia en que incurren el profesor Sachs y todos los de su escuela
económica es afirmar que al devaluar la moneda nacional una economía
se torna más competitiva. En realidad es apenas una maniobra
ilusoria, puesto que si un automóvil argentino era no competitivo
antes de la devaluación, continuará siéndolo después de la
devaluación. Si costaba U$a 14.000 antes de la devaluación para el
mercado exterior, seguirá costando U$a para el mismo mercado aún
cuando los fabricantes reciban más pesos por dólar, pesos que no
tienen el mismo valor que tenían antes.
El
valor de la cosa vendida no aumenta ni disminuye porque la moneda de
venta sigue siendo la misma y ha costado las mismas horas-hombre y
ha recibido las mismas cargas que antes de la devaluación. Si la
productividad no aumenta, el costo sigue siendo el mismo y la falta
de competitividad también.
La
falacia de la devaluación
es altamente nociva porque es una ilusión costosa, que ha provocado
en la América Latina el nivel de pobreza actual.
Si
la Argentina no aumenta su productividad, si no reduce el costo
país, no será competitiva ni con el dólar paritario ni con la
hiper inflación. Y esto es algo que no puede discutir el profesor
Sachs. ¿Acaso el Brasil es más competitivo porque ha devaluado su
real?
La devaluación es un impuesto encubierto que paga alguien, y ese
alguien es el pueblo, que recibe menos por la misma cantidad
de moneda. No, Argentina no tiene desorden monetario como afirma el
profesor Sachs. Tiene una economía que no se decide a ser
completamente libre. Y allí está el pecado.
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