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LA INQUIETUD MILITAR

Alberto Vargas Peña (miembro de la Fundación Libertad)

El Ministro de Defensa, Sr Nelson Argaña, estuvo recorriendo las unidades militares con el propósito de conseguir que sus Comandantes falsearan las calificaciones de los oficiales subalternos, de tal modo que pudieran ser pasados a retiro dentro de las prescripciones reglamentarias. Los Comandantes, con la única excepción del Comandante de la Fuerza Aérea, se negaron a cumplir con los deseos del Ministro, y se abroquelaron en sus unidades.

En cada unidad militar cundió la desazón y la inquietud. No es para menos. Los oficiales adquirieron consciencia de que sus esfuerzos por sobresalir en la profesión iban camino de ser arrojados por la borda, en aras de un proyecto de argañización de las Fuerzas Armadas, que a su vez, y según algunos políticos, tiende a configurar un poder fáctico capaz de evitar que las elecciones previstas para agosto del año 2.000 consagren a los candidatos elegidos por el pueblo.

Está en marcha, evidentemente, un proyecto de consolidación del poder usurpado, para el que se necesita homogeneizar las Fuerzas Armadas y convertirlas, de nuevo, en un brazo político. La resistencia militar se origina en el deseo mayoritario de los militares de mantener la institución fuera de la influencia partidista o sectaria. Y la inquietud militar suele ser el primer paso hacia la reacción militar.

El Ministro de Defensa no se ha caracterizado por la prudencia. Al contrario, ha hecho gala y abuso de la imprudencia, más propia de un jovenzuelo alocado que de un maduro miembro de gabinete serio. En una reacción sin precedentes en la historia paraguaya, insultó a la Rca. Argentina y encabezó una manifestación violenta frente a su Embajada.

Si hubiera habido cierta paridad de fuerzas, eso hubiera constituido un casus belli, pero como hay tanta superioridad a favor de los vecinos, los argentinos lo tomaron como una chiquilinada y no le dieron, deliberadamente, la importancia que el episodio tenía. Y ahora, con su actitud tendenciosa y antidemocrática, provoca un malestar justamente donde los malestares suelen ser muy peligrosos.

Se dice que todas las unidades militares están acuarteladas y con aprestos de guerra, y la más importante de ellas, la poderosa Caballería, aparentemente se encuentra en disposición de tomar medidas drásticas con respecto al deseo de Nelson Argaña de argañizar las Fuerzas Armadas. Una especie de "no pasarán" versión paraguaya.

El caso es que la Caballería es el arma más poderosa y combativa del Ejército, la única que posee un tradicional espíritu de cuerpo, que la hace responder siempre más al Arma que a los políticos o el gobierno.

Si la Caballería se mueve. O hace arrancar sus tanques, el gobierno está condenado sin remisión. Podrá combatir unas horas para defenderse, pero se hundirá. ¿Cómo pues mantiene un Ministro de Defensa que le crea problemas externos de extrema gravedad e internos mucho peores?

El golpe de marzo fue dado evidentemente para entronizar en el gobierno – y gobierno dictatorial no gobierno democrático – a la facción colorada denominada argañista. Ese golpe necesita consolidarse apoderándose de las Fuerzas Armadas, que todavía tienen un débil barniz institucional. Por estas razones, y por el deterioro económico espantoso, el gobierno ha decidido jugarse el todo por el todo. O ganan ahora la pulseada o caen de cualquier manera. La inquietud militar permite suponer que van a perder la pulseada.