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¿Por dónde comenzar?

Alberto Vargas Peña (F. Libertad) 

27 de octubre de 2000

   

Últimamente todo el mundo está haciendo propuestas en el Paraguay. La crisis es tan grave, tan profunda y tan extendida, que no existe una sola persona que no busque la manera de salir de ella. Me he tomado el trabajo de buscar el denominador común de estas propuestas para ver si es posible llegar a un acuerdo.

Si bien casi nadie coincide en el pecado original, y casi todos centran sus propuestas dentro del esquema actual existente, todos coinciden que hay que reformar a fondo el Poder Judicial. Nadie presta credibilidad a la Justicia paraguaya, cuyo desprestigio es total, completo y absoluto. Ocurre que para reformar el Poder Judicial es indispensable reformar la Constitución.

La politización y corrupción del Poder Judicial se origina en el  Consejo de la Magistratura y termina en el Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados. El Consejo de la Magistratura es un organismo corporativo sometido a las cúpulas partidarias, lo mismo que el Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados. Los magistrados son nombrados conforme a arreglos político-partidarios y su remoción también depende de esos mismos arreglos. La forma de remover Ministros de la Corte Suprema es la del juicio político llevado adelante por el Congreso, el cual es partidocrático porque la elección de sus miembros se hace por listas cerradas mediante el sistema de representación proporcional.

Mientras este sistema no sea cambiado es imposible sanear el Poder Judicial. El actual fue nombrado gracias a un pacto de gobernabilidad entre el Ing. Juan Carlos Wasmosy y el Dr. Domingo Laíno, y todos sus miembros responden a sus órdenes. No hay Justicia independiente, y al no haberla, no hay Justicia honesta ni confiable.

Si todos o la inmensa mayoría de los problemas paraguayos, y sobre todo la crisis, se origina en el Poder Judicial – lo que no es totalmente cierto como aclararé después – la solución debe comenzar por reformarlo.

Y para eso hay que reformar la Constitución.

Yo creo que el origen de la crisis democrática, que es la que dio lugar a todo lo demás, se encuentra en la Constitución y, sobre todo, en el sistema electoral. Corrigiendo el sistema electoral, aún cuando se mantengan el Consejo de la Magistratura y el Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados – que yo no deseo mantener – se corrige gran parte del problema constitucional que es la falta de frenos y contrapesos que realmente funcionen.

          Me parece que lo que se debe hacer ahora es encarar la reforma constitucional dándole prioridad absoluta, para reformar, antes que  nada y sobre todo, el sistema electoral y el Poder Judicial. Por supuesto que hay que reformar otras cosas, como la liberación de la economía y la derogación de las declamaciones imposibles de cumplir. Pero lo indispensable, lo básico, es reformar el sistema electoral aboliendo la representación proporcional, y el Poder Judicial. 

 

    

 

    

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