¿CREPUSCULO DE
LA DEMOCRACIA EN SUDAMERICA?
Alberto Vargas Peña (miembro de la Fundación Libertad)
El reciente terremoto político ecuatoriano, está haciendo pensar a
los analistas e intelectuales sudamericanos, que se viene una nueva ola de populismo
demagógico que obscurecerá la democracia en Sud América. ¿De qué democracia hablan?
Ayer publiqué un artículo preguntando donde estaba la democracia, porque en Sud América
nunca prendió, salvo quizá en Chile y Uruguay.
Democracia, lo que se llama democracia, al estilo anglosajón, nunca
hubo, en Colombia, en Venezuela, en Perú, en Ecuador, en Bolivia, en Paraguay ( apenas un
periodo de diez ocho años en ciento ochenta y nueve años de vida independiente); y
durante muy poco tiempo en Argentina y menos en el Brasil que en la Argentina.
La democracia anglosajona, basada en una ley electoral que vincula muy
directamente al elector con el elegido, es la única que puede hacer funcionar el sistema
de Congreso o Parlamento, ya que esa institución, no depende de las corporaciones y
entonces puede controlarlas.
El secreto de la supervivencia y admirable desarrollo de la democracia
británica y estadounidense se basa exclusivamente en su ley electoral.
En Sud América fue precisamente la ley electoral partidocrática,
basada en la "representación proporcional" la que impidió que haya democracia
real.
Si las cosas son así, el crepúsculo de la democracia no es tal, y los
movimientos que se notan ya en el mapa político sudamericano no son un
"retorno" sino una caída de antifaz.
El totalitarismo heredado de España y la Iglesia Católica siempre
estuvo aquí, y simplemente se disfrazó de demócrata para capear un temporal pasajero.
Los viejos afloran porque las eternas oligarquías siguen tan campantes.
¿No tiene redención Sud América? La tendencia general ha sido
intentar construir una democracia del tipo anglosajón, y en realidad, a pesar de todo, el
pueblo, quiere ser libre.
Pero ahora se suma un factor nuevo y terrible: La democracia real es la
única capaz de navegar en el mundo globalizado y producir desarrollo; quien no la adopte,
en serio, se hundirá en la miseria y la marginalidad definitivas.
Entonces, las fórmulas que hoy plantean los indígenas desesperados
del Ecuador señalan el mal pero no la solución. El crepúsculo de la democracia
disfrazada es evidente. La lucha por la democracia real, sigue adelante.
Obviamente, el desprestigio feroz de los políticos sudamericanos,
corruptos hasta la médula, planteará un problema enorme a la hora de rediseñar las
instituciones para que sean realmente democráticas.
Los pueblos ya no creen en sus supuestas "elites". Habrá que
trabajar mucho y con tenacidad nada común, para que los pueblos no confundan el desastre
de la partidocracia con el fracaso de la democracia.
Creo que el gobierno del Sr. Clinton tiene una enorme responsabilidad
en lo que pasa, porque siguiendo intereses propios de su grupo y de su persona, ha causado
una herida terrible a la democracia.
Su corrupción y su apoyo a las comedias sudamericanas, ha hecho que
los pueblos tiendan a descreer en el sistema. Tan marginados y aplastados como siempre, se
disponen a ser tan rebeldes y tan equivocados como siempre.
Porque gracias a Clinton, no siguen a los demócratas verdaderos sino a los demagogos,
que no faltan en esta región tumultuosa.