Desde
hace meses se conocía que el Dr. Jorge Bogarín dictaría una
sentencia condenatoria contra el Mayor
Reinaldo Servín, en el caso del supuesto atentado contra el
Dr. Luis María Argaña. El Mayor Servín
tenía el pecado capital de haber sido operador político del
Gral (sr) Lino Oviedo mientras estuvo en situación de retiro.
El
Mayor Servín fue condenado a veinticinco años de prisión porque
aparentemente tuvo comunicaciones telefónicas con el Sr.
Constantino Rojas. Las evidencias presentadas son informes de la
compañía Telecel. No se conoce el texto de las comunicaciones,
sino simplemente la afirmación de Telecel que el Mayor Servín
utilizó su teléfono celular para comunicarse con el teléfono
celular del Sr. Rojas.
Servín
demostró fehacientemente que mientras ocurrían esas llamadas
si es que en realidad ocurrieron- él no hubiera podido
hacerlas, porque se encontraba en un curso militar donde no se
permitía el uso del teléfono. Presentó en su descargo el
testimonio de los jefes que impartían el curso y de los camaradas
que estuvieron con él.
Servín
pidió también una nueva autopsia del cuerpo del Dr. Argaña,
porque existe una vehemente presunción que Argaña estaba ya
muerto cuando fue objeto del atentado en marzo de 1999. No
existe una autopsia confiable. La que se hizo fue llevada a cabo sin
presencia de la
defensa y en condiciones extremadamente irregulares y por un
médico que es pariente cercano de unos de los posibles complotados
en la conspiración de marzo de 1999.
El
juez rechazó el pedido por improcedente. La
versión es que Argaña tuvo un
primer ataque al corazón en brazos de su amante, una
conocida presentadora de televisión y murió en su casa, el 22 de
marzo entre las 18 y las 22 horas de marzo de 1999.
La
defensa no pudo repreguntar a los testigos en ningún caso. Se le
ocultaron evidencias vitales y se le impidió presentar evidencias
en su descargo. El juicio íntegro no fue más que una patraña
montada sobre la base de las declaraciones de un testigo
absolutamente falso, Gumersindo Aguilar, que en todo momento fue
protegido por el juez y los fiscales.
La
razón de la condena de Servín es que puede servir de nexo entre el
supuesto atentado y el Gral. (sr) Lino César Oviedo, que es a quien
se quiere culpar del hecho. En realidad el único que no debía
pensar en hacer matar a Argaña era Oviedo, ya que la presencia de
Argaña como vicepresidente de la República impedía todo acuerdo
para hacer un
juicio político al Ing. Raúl Cubas, entonces presidente de
la República.
La
sentencia de Bogarín por lo menos tiene el mérito de haber dado
por terminadas las funciones de un magistrado que no quiso nunca
averiguar la verdad. Ahora, desvinculado de la causa, posiblemente
los defensores del Mayor Reinaldo Servín puedan presentar las
pruebas en descargo de su defendido. En realidad Bogarín organizó
un proceso absolutamente nulo, cuya nulidad es fácil de demostrar.
Me pregunto si Bogarín no tuvo la secreta intención, al no poder
resistir las presiones a que fue sometido principalmente por el
sector argañista de la ANR, de dejar a la vista nulidades tan
obvias que ninguna Cámara de Apelaciones pueda desconocer. No
teniendo carácter para hacer lo que se debía, pudo haber optado,
de manera ostensible, por hacer lo que no se debía, para que
proceso fuera anulado.
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