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La espada de Damocles

Alberto Vargas Peña (F. Libertad) 

26 de junio de 2001



Es probable que Dionisio se haya sentido más seguro con la espada
pendiendo de un cabello sobre su cabeza, que Luis Angel Gonzalez Macchi
con la amenaza de Oviedo liberado por Brasilia mediante alguna argucia
legal. El pedido de statuts de refugiado no requiere de disposición judicial
alguna, sino de una orden ejecutiva, y esa orden depende enteramente de la
forma como Gonzalez Macchi obedezca las ordenes de Fernando Henrique
Cardoso.

Ocurre que el Brasil está determinado a quedarse con toda la energía de
Itaipú, comoquiera que sea. O el Paraguay se la vende o el Paraguay se
queda sin Itaipú, los royaltíes o cualquier otra cosa. Hasta ahora Itamaratí
sonrie, pero con una sonrisa cada vez más falsa. 

Dias antes de la reunión de Asunción, a la que asistiría Cardoso, comenzó a
correr el rumor que Oviedo pediría el status de refugiado político, que le
concedería completa libertad para ambular por el Brasil. Ocurre que existe
una vetusta ley, de la que nadie tenía noticias en el Paraguay y solamente
unos pocos especialistas en Brasil, que da la facultad al presidente de la
República a conceder el status de "refugiado político" y que este suspende
toda actividad judicial con relación a una posible extradición. ¿Como se
enteraron de esto los abogados paraguayos de Lino César Oviedo? Nadie
sabe. 

Cardoso llegó a Asunción como si fuera el propio Julio Cesar en persona.
Habló poco pero se entrevistó con el vice presidente Franco y sus tecnicos
dejaron saber que tenían intención de comprar toda la energía de Itaipú,
durante los próximos treinta años. No parecía un pedido, sino una
imposición.

Gonzalez Macchi, cuyo gobierno espureo, ilegítimo y usurpador pende de un
hilo, comprendió de inmediato el mensaje y dió ordenes a su Ministro de
Obras Públicas para que "estudiara" el tema. Ahora el Ministro de Obras
Públicas encuentra " viable" la operación de la venta. No extrañaría a nadie
que en estos días se anunciase que como es un asunto de "solidaridad" con
el pobrecito imperio, y de ventajosa negociación para el Paraguay, la energía
de Itaipú sea vendida en bloque y para siempre a los brasileños.

Fernando Henrique Cardoso será un presidente impopular, innegablemente
negligente, manchado por alguna que otra negociación negra denunciada
por los periodistas brasileños, incapaz de mantener la cohesión de su
gobierno, pero tonto no es. Sabe cuando alguien está tembando de terror,
como el perro que huele el miedo. Y Gonzalez Macchi, con la sola remota
posibilidad que se ponga en vigencia una ley de la que nadie tenía la menor
noticia, estaba temblando.

Lino Oviedo no fué presidente por oponerse a los planes del Brasil. Eso le
costó la caída y el ostracismo. Ahora, indirectamente, será la causa de que
los planes del Brasil prosperen. Gonzalez Macchi tiene tanto miedo que
vuelva, que no solamente venderá la energía paraguaya al Brasil sino su
alma al diablo si fuera preciso.

La espada que pende sobre Gonzalez Macchi no es la misma que Damocles
quería saber de qué se trataba. Es la espada filosa de un imperio insaciable.

    

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