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Fraude argañista

Alberto Vargas Peña (F. Libertad) 

23 de agosto de 2000

 

El Partido Argañista, que se ha apoderado de la ANR después del  supuesto asesinato del Dr. Luis Marìa Argaña – que hoy todo el mundo sabe que no fue tal, hasta la propia compañía de seguros que se niega a pagar la póliza y ha hecho una investigación bastante más seria que la de la Policía Nacional o el Juez encargado de la causa – está intentando por todos los medios robar el claro triunfo del Dr. Julio César Franco en las elecciones del 13 de agosto pasado.

Los reyes del fraude , conocidos por su afición a la trampa en todos los órdenes de la vida, están moviendo cielo y tierra para tratar de retrasar, aunque sea por unas horas, su inevitable caída. Porque hay que manifestar que en las elecciones del 13 de agosto no ha resultado derrotada la ANR sino el Partido Argañista, aunque algunos despitados que no son parte de esa organización hayan votado por su candidato, creyendo que “salvaban” a su partido.

En Paraguari y Ñeembucú los argañistas llevaron a cabo un fraude descomunal. En el Departamento de Paraguari votaron todos los muertos enterrados allí desde 1870, y en Ñembucú fueron compradas más de cinco mil cédulas de identidad de personas necesitadas. En los otros Departamentos no pudieron hacer lo mismo, no por falta de ideas o de dinero, sino porque la ciudadanía se negó a vender sus cédulas y porque la vigilancia del padrón fue mucho mayor.

Los liberales y oviedistas enfrentaron las elecciones casi sin dinero. Mientras los argañistas disponían a su antojo de todos los bienes del Estado y del dinero público que utilizaron sin tasa ni medida – algunos de ellos son tan deshonestos que hicieron trampas a su propia gente quedándose con el dinero que debía utilizar para el fraude – los liberales y oviedistas carecieron de medios como para hacer votar a más de ciento cincuenta mil electores seguros, por falta de medios de transporte.

El cálculo que manejaban los jefes de campaña liberales y oviedistas  era que había que superar a los argañistas, en forma real, por más de doscientos mil votos, para conseguir una diferencia de diez mil votos al final de la jornada. Y esto era así, porque el fraude argañista es tan enorme y tan eficiente que se necesitaba una diferencia substancial para que se reconocieran los diez mil votos finales de la diferencia.

Puestos en la situación de derrota, estos fraudulentos que si se examinan las cuentas del estado tendrán que purgar siglos en la cárcel, están moviendo todo lo que está a su alcance, sin pudor de ninguna especie y utilizando cualquier pretexto, para robar, a último momento la victoria del PLRA apoyado por el sector oviedista de la ANR. Hasta ahora solamente han logrado retrasar el momento del trago amargo, pero tienen la esperanza de que, a caballo de sus incondicionales situados en los puestos claves, inclusive la Corte Suprema de Justicia, puedan lograr su objetivo.

Nunca, en la historia de los fraudes electorales, ha habido tal descaro, tal desprecio al pueblo elector o a la opinión pública internacional como ahora, desde el Partido Argañista, un partido que industrializó un falso atentado, que fusiló un cadáver para alzarse con el poder y oprimir a los paraguayos. Jamás había habido, ni siquiera aquí que somos el país más corrupto del mundo, una cosa parecida. El Partido Argañista se ha ganado con creces, el título de campeón mundial del fraude.

   

  

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