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DESCENTRALIZACIÓN COMO PALANCA DEL DESARROLLO

Alberto Vargas Peña (miembro de la Fundación Libertad)

Desde el mismo principio de mi carrera política y periodística – estoy hablando de fechas que se remontan al lejano 1958 – me he ocupado de estudiar el tema del sistema unitario y el federal, al principio un poco por intuición y luego cada vez más por la necesidad de provocar un cambio en el país.

Confieso que he recorrido un largo camino, con algunos logros destacables, pero de ningún modo decisivos. Hoy el país, por disposición constitucional es "descentralizado", pero la descentralización es parcial y poco operativa.

Puedo afirmar que todos los países federales o descentralizados tienen un nivel de desarrollo mucho mayor que los países centralizados o unitarios. Y creo que uno de los mayores problemas paraguayos, con respecto a su desarrollo económico y político, ha sido el sistema unitario.

Una dictadura en un país descentralizado es impensable, mientras que es muy probable en un país centralizado o unitario. El absolutismo es centralizador, unificador, mientras que la libertad – y su sistema de gobierno que es la democracia - es descentralizadora, y hoy está comprobado científicamente que la libertad y el desarrollo van juntos, son concomitantes e inseparables.

No pienso en el Paraguay como un país federal, porque sus regiones jamás fueron independientes unas de otras y no se puede organizar lo que no existe ni ha existido jamás. Pienso en el Paraguay como un país que debe ser descentralizado profundamente, con autonomía en los Departamentos, con un gobierno central pequeño y gobiernos departamentales eficaces.

La descentralización es un anhelo de los paraguayos, y fue tan fuerte en 1992, que sus enemigos, que eran la mayoría en la Convención Nacional Constituyente, no pudieron evitar que se constituyera en una idea que debía ser dotada de normas de rango constitucional. Sin embargo los unitarios tuvieron la fuerza suficiente para desvirtuar el sentido y la amplitud de la descentralización. Como no pudieron evitarla, la convirtieron en una farsa.

La descentralización con autonomía – ya he explicado lo que entiendo por descentralización con autonomía en artículos anteriores – tendrá la virtud de desarrollar los Departamentos conforme a la idoneidad de sus gobernantes, y como la vinculación con el pueblo será cercana, la falta de eficacia redundará en cambios rápidos. El desarrollo de un Departamento será un foco de atención de los otros, que buscarán emularlo. La descentralización y el sistema electoral por circunscripciones y uninominal, son dos palancas insubstituíbles de democracia y desarrollo.

La nueva Constitución tiene que estar basada en esos dos conceptos básicos. Un sistema electoral que otorgue en el Congreso de la República voz al país entero- concibo un Senado representante de los Departamentos y una Cámara de Diputados regionalizada, ambas Cámaras elegidas en forma uninominal y sin suplencias – y un sistema descentralizado que otorgue el mayor peso de la gestión a los gobiernos departamentales.