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En Paraguay no hay democracia

Alberto Vargas Peña (Fundación Libertad)

23 de mayo de 2000

     

El miércoles 17 de mayo Mariano Grondona se preguntaba, en La Nación de Buenos Aires, si en el Paraguay había democracia. En ese momento se vivía bajo el régimen de un presidente sostenido por una resolución inconstitucional de la Corte Suprema de Justicia, que se había arrogado la facultad de responder consultas genéricas y con efecto erga omnes.

Técnicamente el Paraguay no era una democracia, puesto que se violaba  la Constitución dándole al país un gobierno no elegido por el pueblo. Pero quedaban algunas libertades y una ficción de justicia.

El 17 de mayo el gobierno ilegítimo y usurpador de Luis González Macchi se encontraba jaqueado por una serie de protestas públicas, que iban desde la oposición a las reformas del Estado a las que exigían “elecciones ya” y un nuevo gobierno.

La debilidad del régimen era notoria.

El 18 de mayo el gobierno organizó una farsa que llamó “putsch militar” donde cuatro tanquetas armadas con granadas de fogueo dieron un tranquilo paseo por la ciudad – una de ellas disparó una salva contra el edificio del Congreso y dañó superficialmente el revoque de su frontispicio – y regresaron a su unidad, sin resistencia alguna, salvo el sobrevuelo de dos antiguos Xavantes igualmente desarmados.

En el cuartel de la Policía Metropolitana un Comisario beodo se apoderó, el solo, de la Comandancia, mientras que sus efectivos salían  ordenadamente a la calle.

Se entregó sin resistencia cuando le ordenaron que cesara la comedia. Entretanto, una veintena de civiles, entre los que encontraban algunos congresistas, estaban reunidos tratando de lanzar la candidatura a la presidencia de la República del diputado Miguel Corrales, y fueron llamados por los “rebeldes” a un inusitadamente tranquilo cuartel de la 1ra División de Caballería a negociar su rendición.

Mientras el ministro del Interior Walter Bower no podía detener su hilaridad, el Dr. Hermes Rafael Saguier y el diputado Fernando Talavera eran detenidos “con las manos en la masa” y se les adjudicó en seguida la “jefatura civil” del movimiento militar.

Gracias a un Congreso completamente desorientado, el senador González Macchi, usurpador del Ejecutivo, hizo pasar un pedido de “estado de excepción” que los congresistas votaron casi por unanimidad, con un solitario voto en contra.

El “estado de excepción” es una versión muy atenuada del viejo “estado de sitio”, pero González Macchi y sus amigos lo aplicaron con una rigurosidad total. Detuvieron a cuanto militar no les definitivamente afecto y a todos los diputados que conformaban la mayoría de la Cámara de Diputados, contraria al gobierno. Y de paso, prohibieron las reuniones públicas y privadas.

Con el decreto del “estado de excepción en la mano” y el cuento del golpe militar, el gobierno ilegítimo y usurpador ha dado una nueva vuelta de tuerca para destruir por completo el resto de libertades que quedaba.

Ahora se vive un clima de miedo, se persigue a los periodistas – los Directores de ABC Color y La Nación, Aldo Zucolillo y Osvaldo Domínguez Dibb están amenazados de prisión ya que figuran en las listas de sospechosos – y se busca, por medio de un operativo de prensa conducido por Humberto Rubín, silenciar las emisoras libres que quedan.

Ya han destruido los equipos de Radio Asunción y Radio Nanawa y ahora se ha desatado una campaña contra la 9.70 AM, que pertenece a Osvaldo Domínguez Dibb.

Mariano Grondona puede estar seguro que el Paraguay no es una democracia, y en un futuro muy cercano, será una oprobiosa tiranía sustentada por el gobierno de los Estados Unidos de América, por el Brasil y hasta – quien lo diría – por la Argentina presidida por Fernando de la Rúa. Los verdaderos demócratas paraguayos se encuentran solos, abandonados y sin esperanzas.

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