Desesperado
por el estado de la caja fiscal, desfondada por el sobre
dimensionamiento de la burocracia y la rampante corrupción, el
ministro de Hacienda Dr Federico Zayas ha presentado un programa de
salvación fiscal que incluye la imposición de gravámenes a
la educación, en sus diversas formas. Impuestos a la importación
de libros y revistas, a los periódicos, a la renta de los Colegios
y Universidades.
Los
libros tienen ya precio prohibitivos en el Paraguay, sin el pago de
impuestos. Como se pagan en dólares y los buenos libros no se
editan en el país la inflación soterrada que nos aqueja que es
en sí un impuesto ilegal y perverso hace que los precios suban
sin solución de continuidad.
No
es lo mismo educarse leyendo libros que dictados copiados de
dictados, editados por algún estudiante emprendedor. Los Colegios
privados, que son los que educan a la que después será la elite,
tienen precios elevadísimos y son muy pocas las familias honorables
que pueden pagarlos, sobre todo cuando se tiene más de un hijo.
El
Paraguay tiene un índice de analfabetismo funcional inmenso, lo que
hace que cualquier idea de modernización sea resistida con uñas y
dientes por quienes no son capaces de comprenderla. Dentro de este
esquema, tratar de gravar el conocimiento es una política suicida.
He
sostenido desde hace mucho tiempo que el problema de la caja fiscal
no es importante. Afecta a la burocracia, que es parasitaria. No
afecta a la nación trabajadora. Que el gobierno no tenga dinero
para pagar los salarios de sus entenados y activistas no afecta a la
economía. Que la gente no tenga dinero para educar a sus hijos o
para pagar la cuenta del médico, eso es importante y vital.
En
el Paraguay se ha ensayado por largo tiempo el dirigismo, prácticamente
desde el 10 de julio de 1940, con la consecuencia de la formación
de grupos extremadamente ricos insertos en una nación
generalizadamente pobre y en vías de convertirse en miserable.
En
determinados momentos se aplaudió a rabiar al gobierno rico,
mientras que se dejaban de lado los problemas que presentaba la
creciente pauperización de la sociedad. Los síntomas del desastre
se atisbaban ya en 1964, y así lo denunciábamos en LA LIBERTAD ,
periódico oficial del Partido Liberal, Fernando Levi Ruffinelli,
Enrique Bordenave, Eusebio Baez Mongelós y yo. Ahí están las
hojas amarillentas, como testigos de lo que afirmo.
El
empresariado paraguayo eligió, en determinado momento, tratar y
contratar con el gobierno, como medio idóneo para desarrollarse, y
lo único que obtuvo al final es la bancarrota generalizada. Hoy se
encuentra en una situación límite, de la que no sabe salir porque
el criterio que siempre tuvo, y formó parte de sus soluciones de
manual, ya no sirve.
La
cuestión es que hoy, frente a los programas del Dr. Zayas, que
incluyen impuestos al conocimiento, pocos se alzan preconizando las
soluciones que son conducentes: Desmonopolización, desregulación,
privatización, reducción radical de la burocracia, descentralización.
Todo eso puede reducirse en una sola palabra que pocos se atreven a
pronunciar: Libertad.
Si
se lo deja al Dr. Zayas llenar la caja fiscal a costa del
conocimiento, será el primer paso hacia un nuevo dirigismo, en el
cual se hará prevalecer la necesidad de la burocracia sobre la
necesidad de la nación. Y el Paraguay se seguirá hundiendo, cada día
más rápido, en el subdesarrollo y la miseria.
En cuanto a mí, seguiré bregando para que no haya impuestos al
conocimiento y para que haya la menor cantidad de impuestos
posibles, destinados exclusivamente a sostener un gobierno pequeño,
pobre, limitado, que no afecte la gestión privada sino que preserve
el cumplimiento de las leyes de la justa y honrada competencia.
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