A
RESPONSABILIDAD DEL CONSEJO DE LA MAGISTRATURA
Alberto Vargas Peña (miembro de la Fundación Libertad)
La Constitución de 1992 creó un organismo nuevo, proveniente de
Italia, llamado Consejo de la Magistratura, que sería encargado de evaluar en
teoría los méritos de las personas que serían nombradas como ministros de la
Corte Suprema y magistrados judiciales.
En su país de creación, el Consejo de la Magistratura sirvió para
desatar el nudo gordiano de la paridad de potencia del Partido Demócrata Cristiano de
Alcide De Gásperi y el Partido Comunista.
Fue una solución política y politizó el Poder Judicial italiano
hasta su corrupción total. Dondequiera que fue organizado el Consejo de la Magistratura
jugó el mismo papel, el de politizar la Justicia y corromperla.
En Venezuela, por ejemplo, la Justicia se hundió en el fango a causa
de la acción de ese organismo.
En el Paraguay, el Consejo de la Magistratura cumplió exactamente el
mismo papel. Producido el Pacto de Gobernabilidad entre el Ing Juan Carlos Wasmosy y el Dr
Domingo Laíno, el Consejo de la Magistratura aceptó dócilmente el nombramiento
político de ministros de la Corte Suprema y, sin parar mientes en la personalidad de los
postulantes, situó en las ternas a personas que no llenaban los requisitos para ser
mandaderos de una secretaria de juzgado.
Una de ellas, por ejemplo, fue torturadora, y tomó declaración al
Capitán Napoleón Ortigoza en la sala de torturas del siniestro Departamento de
Investigaciones. Otra de ellas, no había pisado un Tribunal en su vida. La tercer
persona, era conocida por su capacidad de venderse al mejor postor y defender las posturas
más contradictorias.
Bajo el imperio de la Corte Suprema nombrada por el Consejo de la
Magistratura el nombramiento del Senado y el acuerdo del Poder Ejecutivo fueron
apenas una simulación para cumplir el requisito constitucional el Poder Judicial
paraguayo se corrompió hasta el tuétano y provocó que el Paraguay sea el paraíso de la
impunidad, de la arbitrariedad y se convirtiera en el segundo país más corrupto del
mundo.
La relación entre los miembros de la Corte Suprema de Justicia y la
corrupción paraguaya es inocultable. Como el pez, el Poder Judicial se pudre desde la
cabeza, y el Paraguay no fue una excepción. Podrida la cabeza, desde el inicio, se
pudrió todo.
La responsabilidad de la corrupción entonces es directamente imputable
al Consejo de la Magistratura, cuyos integrantes alguna vez tendrán que responder por
ello. Como el Paraguay se endereza hacia una dictadura cuya duración no puede preverse,
tal vez pase algún tiempo antes que los responsables del desastre paraguayo respondan por
sus actos. Ello no quiere decir que no pagarán. En términos de honor, ya están
desprestigiados hasta la médula; solamente falta que la justicia les llegue en forma de
castigo personal.
Los miembros del Consejo de la Magistratura pretenden refugiarse en una
falacia: Dicen que ellos presentaron ternas, de las que fueron elegidas las personas por
el Senado. Es falso. Las ternas ya estaban orientadas a que las personas elegidas por
Wasmosy y Laíno fueran las elegidas; todo lo demás fue un simulacro.
Hoy tenemos una Corte Suprema que ha provocado una serie de desajustes en la marcha
institucional del país, por decir lo menos, y ha permitido la corrupción de la Justicia.
Y eso es de responsabilidad directa e ineludible del Consejo de la Magistratura.