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Reforma constitucional

Alberto Vargas Peña (F. Libertad) 

20 de octubre de 2000

    

Para resolver el problema paraguayo es indispensable reformar la Constitución. Ahora quiero ser preciso en lo que se refiere a qué reformas son las que deben hacerse.

Primero hay que definir lo que es el Paraguay. Debe ser una República democrática representativa y nada más que eso. Debe ser una República descentralizada. Y sobre todo, debe tener un sistema electoral, basado en la misma Constitución, que prohíba el sistema de representación proporcional. Hay que eliminar el Consejo de la Magistratura y la elección de Ministros de la Corte Suprema debe ser hecha directamente por el Poder Ejecutivo con acuerdo del Senado. Los jueces deben ser elegidos mediante examen de oposiciones, y los Tribunales y las Cámaras integrados con los jueces mejor calificados a lo largo de un período de por lo menos diez años. Todos los magistrados y ministros deben ser inamovibles y vitalicios. El jurado de enjuiciamiento de magistrados debe ser ad hoc e integrado por abogados de la matrícula sorteados para el caso. La descentralización debe ser real, y los impuestos deben ser percibidos en los Departamentos, debiendo éstos girar el 10% al  gobierno central, que debe ser pequeño y limitado. El Congreso debe ser constituido por mitades en elecciones a mitad de mandato, y los fueros de los congresistas deben alcanzar solamente a su actividad como tales. Los subsidios electorales deben desaparecer y también las senadurías vitalicias. Debe haber un mecanismo de disolución de las Cámaras y el llamado inmediato a elecciones en caso de conflicto de poderes y un sistema de referéndum y plebiscitos vinculantes para determinados actos. Se debe hacer desaparecer la banca central y establecer las condiciones para la dolarización o internacionalización de la moneda. Se debe penar con penas severísimas el déficit fiscal y declarar disuelto de hecho al Congreso que apruebe un Presupuesto deficitario.

La interpelación ministerial debe ser vinculante, y el juicio político debe ser mejor diseñado. Debe haber una Corte de Casación para los casos de errores y prevaricatos de la Corte Suprema y un sistema de enjuciamiento político automático para los casos de fallos contra la ley.

La Constitución debe reforzar el poder del individuo y debilitar en lo posible el poder del gobierno y del Estado. En las cuestiones  económicas se debe establecer el imperio de la libertad.

Se debe penar la usurpación de manera inequívoca y establecer con claridad el derecho de rebelión contra gobiernos que violen la Constitución.

Con una Constitución delineada sobre esos términos, sobre todo con el criterio de libertad primando absolutamente sobre el de autoridad, el país cambiará radicalmente y podrá desarrollarse, como ocurrió en el pasado con la Constitución de 1870.  Lo que se necesita es volver al republicanismo y al liberalismo, para obtener una democracia estable y funcional.

Mientras esta reforma no ocurra, el Paraguay seguirá el camino desesperante que sigue desde 1940, cuando fue instaurado el régimen de la tiranía y el autoritarismo en el país, con la nefasta Carta de aquel año.

         Existe la esperanza de que el cambio suceda pronto porque el país ya ha tocado fondo. 

 

 

    

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