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Bush y la baja de impuestos

Alberto Vargas Peña (F. Libertad) 

19 de diciembre de 2000

  

George W. Bush, presidente electo de los Estados Unidos, basó su programa de gobierno en una reducción substantiva de los impuestos, que importan 1.3 billones de dólares. La gente que lo votó lo hizo, en gran parte, en razón de esa promesa electoral.

Su primera declaración como presidente electo, dada a la revista Times, fue que la reducción de impuestos “ no es negociable” , no porque sea una cuestión de derecha, centro o izquierda – es decir ideológica – sino porque es un “seguro contra una posible desaceleración económica”.

“Pertenezco a la escuela de pensamiento que dice que es necesario reducir todas las tasas marginales para alentar el crecimiento económico”. Se trata de una medida económica que se estima indispensable.

Si Bush considera una baja de impuestos como medida previsora para evitar una recesión económica es de imaginar que montos serían necesarios reducir para salir de una crisis como la que vive el Paraguay. Si hubiera habido algún funcionario inteligente en el Paraguay, capaz de comprender el verdadero funcionamiento de la economía, hace tiempo que mi propuesta de reducir substancialmente los impuestos hubiera tenido eco, y la crisis, no se hubiera evitado tal vez, pero no hubiera llegado a los niveles a los que ha llegado.

En el Paraguay las cosas se hacen al revés de manera sistemática y persistente. Cuando aparecieron los primeros síntomas de la crisis en lugar de reducir la burocracia mediante la reducción de los impuestos, se hizo exactamente lo contrario; el resultado fue la exacerbación de la crisis.

El simple hecho de mantener los impuestos a los niveles existentes hizo que la recaudación cayera en picada y los problemas financieros del fisco entraran en una fase de  insolubilidad manifiesta. A la corrupción galopante se agregó el fenómeno de la estupidez  , lo cual constituye una combinación letal.

Lamentablemente cuando yo solicitaba desde el periodismo la reducción de los impuestos en una medida substancial como para que tuviera efectos inmediatos, una gran cantidad de empresarios minimizaba la situación diciendo que “había que contemplar las necesidades del fisco”. La situación actual no se debe solamente a la escasa inteligencia de los funcionarios públicos.

La solución a toda crisis económica comienza por aliviar la carga a quienes crean riqueza, de manera que puedan sobrellevar el trance y seguir contribuyendo. El aumento de los impuestos es, desde luego, una pésima medida siempre, y fatal para los tiempos de crisis. Impuestos bajos, indirectos y fáciles de pagar son los que posibilitan la creación de riqueza y la continuidad de la contribución.

  

  

    

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