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MI OPINIÓN SOBRE LOS SUCESOS DE MARZO

Alberto Vargas Peña (miembro de la Fundación Libertad)

Los sucesos de marzo de 1999 no han sido aclarados. Las sucesivas teorías, basadas en testimonios comprobadamente falsos, se han venido abajo. Yo tengo mi propia opinión acerca de lo que probablemente sucedió, aunque no dispongo sino de evidencias circunstanciales.

Creo que el Ing Juan Carlos Wasmosy, desesperado por obtener impunidad por su gestión durante el lustro de podredumbre que presidió, conspiró con la Embajada de los Estados Unidos de América para derrocar al gobierno constitucional de Raúl Cubas. Wasmosy tiene como lobbista oficial en EEUU a un ex embajador, el Sr Timothy Towell, con acceso al Departamento de Estado y a Peter Romero, Subsecretario de Estado para América Latina.

Wasmosy organizó, con Francisco de Vargas en el Senado y Marcelo Duarte en Diputados un cerco parlamentario contra Cubas, y desde afuera, con sus propios medios y comprando periodistas en los demás, organizó un operativo de prensa descomunal para acosar al gobierno desde el 15 de agosto de 1998.

Como no pudo lograr los votos para el juicio político para el presidente de la República porque los liberales se negaban a destituir a Cubas para entronizar a Argaña, buscó remover obstáculos. La muerte de Argaña tenía dos ventajas: Removía el obstáculo para el juicio político y hacía posible una condena universal a Oviedo.

Muerto Argaña en condiciones no aclaradas – mucha gente cree que ya

estaba muerto cuando supuestamente atentaron contra él – todavía hacía falta, para que renunciase Cubas, un baño de sangre. Entonces ocurrió, casualmente, el hecho sangriento de la Plaza del Congreso.

Wasmosy inmediatamente compró periodistas argentinos y desató internacionalmente un operativo de prensa eficaz. Desató el terror en el Paraguay paralizando a sus enemigos. Pero no pudo dar el golpe de gracia. Sus testigos falsos evidenciaron su naturaleza, y todo el andamiaje de la conspiración comenzó a derrumbarse.

Si se analizan los hechos acaecidos desde marzo, se verá que se trata de

un gigantesco plan de enmascaramiento, que tocó la Justicia, el Congreso y el Poder Ejecutivo. El plan de Wasmosy probablemente preveía el reemplazo de Luis Gonzalez Macchi por Juan Carlos Galaverna, el 1ro de julio de 1999, al ser reemplazado como presidente del Senado.

No contó con la astucia de Gonzalez Macchi que se hizo dar patente de presidente por una Corte Suprema genuflexa. Al aparecer la evidencia de la falsedad de los testimonios y al no lograr el traspaso del Poder Ejecutivo, Wasmosy comenzó a quedar fuera de juego.

Hoy el principal sospechoso – no digo que sea culpable porque debe presumirse su inocencia hasta que sea juzgado y condenado – de haber organizado los hechos de marzo es, para mí, Juan Carlos Wasmosy, que contó con el apoyo irrestricto de la Embajadora de los EEUU Maura Harty.

Yo creo que la investigación debe enderezarse a escarbar en las

acciones de Juan Carlos Wasmosy desde el 10 de mayo de 1998 hasta hoy, para dilucidar de una vez por todas lo que ocurrió en marzo de 1999. Y tal vez sea conveniente analizar a fondo el lustro de podredumbre que presidió, para comprender sus motivos y su desesperación.