¿PRESIDENTE POR VIA JUDICIAL?
Alberto Vargas Peña (miembro de la Fundación Libertad)
Luis Angel Gonzalez Macchi, que fue presidente interino legítimo en
marzo de 1999, se convirtió en ilegítimo y usurpador el 1ro de julio de 1999. No porque
yo lo diga, sino por imperio del artículo 234 de la Constitución. El día de la muerte
del Vicepresidente debió de ser convocado el pueblo a elegir Vicepresidente, y, frente a
la renuncia del presidente Cubas, debió sucederlo el Vicepresidente electo.
El presidente del Senado no es más que un sucesor interino. El
Tribunal Superior de Justicia Electoral, desmantelado por la vía del abuso judicial,
solicitó a la Corte Suprema de Justicia una aclaración sobre qué tipo de elecciones
debía convocar.
Evidentemente lo sabía, pero la maniobra revolucionaria de marzo
hacía indispensable ese paso inconstitucional. La Corte, en fallo extralimitado,
determinó que había que convocar a elecciones para Vicepresidente pero que el Dr.
Gonzalez Macchi debía continuar hasta el 2003 usufructuando el cargo de presidente de la
República.
La Corte no tenía competencia para hacer loque hizo, pero aún así,
el fallo no rige sino para el TSJE, dadas las peculiaridades de la Constitución
paraguaya.
Ahora Gonzalez Macchi, de cuya ilegitimidad habla todo el mundo, en el
Paraguay y en todas partes donde interese el tema paraguayo, aparece conociendo
humildemente que su legitimidad está en entredicho, y que "si la Justicia lo
ordena" entregará el poder al vicepresidente electo.
La Justicia no tiene facultades para dirimir esta cuestión. Tiene que
entregar lo que hoy usurpa, por imperio de la Constitución. Cuando haya un vicepresidente
electo, éste automáticamente, y por imperio del artículo 234, debe acceder a la
presidencia, ocupada interinamente, no por el presidente del Senado como manda la
Constitución, sino por unusurpador.
Me pregunto yo si la surgente humildad de Gonzalez Macchi se debe al
convencimiento que nadie lo quiere en el cargo y que no tiene además capacidad para
ejercerlo, o a una compleja maniobra en la que se incluye la resolución aberrante del
Senado con respecto de la inamovilidad de la Corte, que tuvo la virtud de crear una
especie de respaldo general a un cuerpo absolutamente desprestigiado.
Una vez declarada inamovible in totum la Corte Suprema, decisión
respetuosamente acatada por el Senado y Gonzalez Macchi, quedaría comosi se sigue
el hilo de pensamiento del usurpador la gran electora.
Si el vicepresidente electo resulta un opositor, como es seguro que
suceda, la Corte podría decidir, aún contra la Constitución como acostumbra a hacerlo,
que el usurpador siga en el cargo.
Lo inteligente de la maniobra está en que la Constitución establece,
sin género de dudas, que los Ministros de la Corte son inamovibles desde el día de su
juramento hasta que cumplan los setenta y cinco años, y que quienes defendemos la
Constitución debemos defender con repugnancia pero sin vacilaciones la
permanencia en el cargo de ocho personas que no lo merecen.
Yo creo que el pueblo debe estar preparado para ejercer su derecho de
dar mandatos legítimos, y reclamar a toda costa la presidencia de la República para el
vicepresidente electo en Agosto del 2.000.
Parto de la base que si la diferencia en votos es apreciable, como
espero que lo sea, no habrá forma que nadie se oponga a que se cumpla la Constitución.