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Es inmoral el contrabando?

Alberto Vargas Peña (F. Libertad) 

18 de abril de 2001

         El “contrabando” es un delito creado artificialmente. Se trata del no cumplimiento del “bando” o la norma legal que establece restricciones, impuestos o prohibiciones al traslado de mercaderías de un país a otro.

Hoy puede existir y mañana no. En su consideración no entra para nada la moralidad sino el interés de un gobierno determinado o un sector determinado de la sociedad. No atiende, casi nunca, al interés general.

El principal pretexto del “bando” es la protección de la industria nacional. Quiere decir que para proteger los intereses de una persona o un grupo de personas, se afecta el interés de toda la sociedad, que no puede conseguir determinados bienes a precios de mercado abierto.

Se trata claramente de un atentado contra un principio constitucional ( el interés general prevalecerá sobre el interés o los intereses particulares) y contra la soberanía popular.

El soberano, no es el industrial sino el consumidor, pero es el interés del industrial el que se protege con el “bando”, dentro de este orden de ideas.

Otro pretexto es el de la protección de la salud. Un grupo de personas determina que el tabaco es insalubre y lo prohíbe; el tabaco, la marihuana, la 

coca o lo que fuere.

Para satisfacer el interés del grupo represivo, se coarta la libertad de las personas de decidir, por sí mismas, que quieren consumir o dejar de consumir. El “bando” en estos casos, atenta contra la libertad individual.

Hay casos en que el “bando” es moral. Cuando prohíbe la importación de portadores de enfermedades, virus que puedan dañar a la población, o animales portadores de ellas.

Entonces el “bando” se justifica, porque ahí si defiende el interés general.

El “bando” no se justifica en absoluto cuando el pretexto es limitar el ingreso de artículos suntuarios o metales y piedras preciosas. ¿Por qué razón económica el gobierno tendría la facultad de prohibir que una persona importe o exporte metales o piedras preciosas? En ese caso, también el “bando” atenta contra la libertad individual.

El “contrabando” de mercaderías no masivamente nocivas- por ejemplo leche, harina frutas o automóviles-  tiene las características de la rebelión del consumidor contra la explotación de que es objeto por el gobierno.

Se trata, ni más ni menos, que la irrupción del mercado libre en una sociedad sometida al mercado cautivo o semi cautivo. En algunos casos el “bando” tiene por único objeto el cobro de impuestos. El impuesto, que es el otro pretexto del “bando”, es solamente admisible cuando cumple con la contraprestación pactada.

El impuesto no es sagrado ni ineluctable; es un pacto entre el contribuyente y el administrador, sujeto a las reglas del mandato. Si el administrador viola el pacto, el contribuyente no tiene por qué cumplirlo.

El contrabando es una actividad rutinaria e imposible de erradicar en sociedades sometidas a “bandos” estúpidos y abusivos. ¿Prohibir el ingreso de leche barata para proteger una industria láctea cara no es una estupidez? ¿No es un abuso cargar de impuestos a la importación de automóviles? ¿No es una violación del pacto robar el producido de los impuestos en forma impune, bajo la protección del sistema?

Mientras el “bando” sea estúpido y abusivo, habrá contrabando, y no será inmoral.

 

 

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