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LA DICTADURA PARAGUAYA

Alberto Vargas Peña (miembro de la Fundación Libertad)

Para comprender el mecanismo de la dictadura paraguaya de hoy, hay que ver qué pasó con la Constitución y como se la pervirtió con el Pacto de Gobernabilidad sellado por Juan Carlos Wasmosy y Domingo Laíno, responsables directos de todo lo que está ocurriendo en el país.

La Constitución establece tres poderes independientes. El principal de ellos, el Legislativo, es el encargado del control de la gestión ejecutiva, mientras que el judicial debe restablecer el imperio de la ley si ella fuera conculcada. Para controlar la buena gestión de los magistrados – entre los que no se incluye a los Ministros de la Corte Suprema – existe un Jurado de Enjuiciamiento. Aparentemente es el sistema democrático corriente en casi todas las democracias del mundo.

Ocurre que el sistema electoral paraguayo, con rango constitucional, establece la obligatoriedad de la representación proporcional, mediante un sistema de listas cerradas y de partidos. Este mecanismo pone en manos de las cúpulas partidarias el control del Congreso. Si acaso sobreviniera un pacto entre partidos, el papel del Congreso como contralor de la gestión ejecutiva se convertiría en ilusorio. Para completar el cuadro, el Congreso nombra a quienes forman parte –estable y no para cada caso – del Jurado de Enjuiciamiento, con lo que , de ocurrir un pacto interpartidos , se convierte a su vez en un organismo que cumple órdenes políticas.

Con el sistema electoral paraguayo las elecciones se convierten en meras votaciones y como no hay elecciones de mitad de mandato, el pueblo no tiene la menor opción de castigar a tiempo a sus malos representantes.

El Pacto de Gobernabilidad firmado entre Wasmosy y Laíno estableció las cuotas políticas en el Poder Judicial, y luego, sus representantes en el Congreso completaron la tarea con el Jurado de Enjuiciamiento y el Consejo de la Magistratura, que eligió dócilmente a los Ministros de la Corte Suprema de Justicia que Wasmosy y Laíno señalaron. Y el sistema democrático se hundió en el Paraguay.

De lo que se trata ahora ya no es sino la repartija de las llamadas "cuotas de poder". El enfrentamiento interno de la dictadura se produce por el monto de las prebendas y solamente una falta de cintura en el reparto puede hacer vacilar el sistema.

Con la totalidad del poder en las manos, la dictadura colectiva que hoy oprime al Paraguay, disfrazada de democracia, puede hacer lo que le venga en gana: Puede detener y torturar ciudadanos y hasta legisladores desafectos; puede hacer contrabando impune; puede perseguir judicialmente a periodistas o apalearlos en la calle; puede asaltar cambistas y secuestrarlos con pretextos fútiles, y puede, por supuesto, permanecer en el poder sin necesidad de llamar a elecciones.

En el Paraguay solamente queda un resto de libertad: La de prensa, que es inestable y para servir la cual se corren riesgos desconocidos en una democracia. Pero el dinero que lo compra todo, ha convertido gran parte de la prensa en el país en servidora dócil de la dictadura.

Todo esto es debido a los convencionales de 1992 que no supieron redactar una Constitución y a Juan Carlos Wasmosy y Domingo Laíno, que supieron destruirla.