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¿Triunfará Ben Laden después de todo?

Alberto Vargas Peña (F. Libertad)

15 de octubre de 2001

Como era inevitable, después del ataque terrorista a las Torres Gemelas de Nueva York y el inicio de la guerra contra el terrorismo, los Estados Unidos aumentaron dramáticamente sus medidas internas de seguridad, que llevan, también inevitablemente, al cercenamiento de libertades individuales asentadas después de siglos de dura lucha. Entre estas medidas aparecen las que restringen la libertad de los ciudadanos de disponer libremente de su dinero. Obviamente, para combatir al terrorismo, es indispensable privarlo de sus conexiones financieras y las posibilidades de utilizar su dinero.

Sin financiación no hay posibilidades de acción. Pero esto, lleva también a privar a los ciudadanos inocentes, que ya se pueden distinguir de los terroristas, a ser investigados y molestados y trabados en l libre utilización de sus fondos. El Estado Policíaco, contra el que se luchó durante tanto tiempo, ha aparecido como una consecuencia no deseada de la necesidad de reaccionar.

            La primera consecuencia de esta nueva situación será que el dinero dejará de moverse a través del sistema financiero normal y buscará nuevas maneras de desplazarse. El sistema financiero actual no está en condiciones de soportar un retiro masivo, ya sea instantáneo o paulatino de los fondos. Los negocios que hoy se realizan a través del sistema financiero y que no quieren que haya terceros en conocimiento, necesariamente se harán fuera de él, mediante mecanismos que no puedo visualizar pero que inevitablemente serán puestos en funcionamiento.

            La gente no quiere el control gubernamental, o lo quiere mínimo. La guerra contra el terrorismo requiere de un control máximo. Se trata de un choque evidente entre la necesidad gubernamental de controlar y el deseo, irrefrenable, de la gente de escapar al control o no tolerarlo. Cuanto más se alargue la lucha, pero será, puesto que la gente comenzará a ver en los actos de guerra, actos contra sus más caras libertades.

            Me pregunto hasta cuando soportarán los estadounidenses ser presumidos culpables en lugar de la presunción de inocencia que fue su más legítimo orgullo aparte de ser su más legítimo derecho. Me pregunto cuanto tiempo tardarán en abandonar el sistema financiero actual y crear uno completamente nuevo y completamente inaccesible para el gobierno. Y me pregunto cuanto tardará el gobierno en tratar a los suyos como enemigos a los que hay que perseguir.

            El dinero "sucio" que sustenta al terrorismo y el gansterismo actuales, proviene de una ley estúpida. La guerra contra las drogas ha resultado un fracaso, que nadie está en condiciones se decir si es o no una consecuencia no deseada. No se puede reprimir el deseo de hacer, como ya quedó demostrado con la ley seca. Es mejor, para todos los efectos, liberar las drogas y convertirlas en algo de consumo barato, que seguir con el camino que la hace deseable hasta para los que no quieren ser adictos, y pagan cualquier cosa por obtenerla.

Uno, viendo así las cosas, puede llegar a sospechar que el gobierno estadounidense desea que el problema de las drogas se agudice y aumente en lugar de desaparece. El consumo de alcohol no destruyó ninguna sociedad y acabó con el gangsterismo a finales de los  años treinta, y fue reemplazado, curiosamente, por otra cruzada tonta, que lo revivió.

            Sin dinero "sucio" no hay pretextos ni necesidad de controles, y el sistema financiero podrá ser otra vez confiable para todos. Tampoco habrá terroristas disponiendo de fondos prácticamente ilimitados. No me explico por qué el gobierno de los Estados Unidos prefieren enfrentar una revolución a corto plazo o bombardear territorios exóticos malgastando bombas, a despenalizar definitivamente la cuestión de las drogas y convertirla en algo tan barato que no valga la pena fabricar.

            También me pregunto, al ver como se desvanece poco a poco la libertad individual, si Ben Laden al destruir las Torres Gemelas no destruyó también los cimientos de nuestra civilización.

    

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