LAS CONFESIONES DEL SENADOR BURRÓ
Alberto Vargas Peña (miembro de la Fundación Libertad)
Publicado como Editorial en La Nación
Desde los días finales de la Convención Nacional Constituyente,
cuando se conoció el texto definitivo de la nueva Constitución, muchos afirmaron que la
organización del Poder Judicial llevaría indefectiblemente a la politización de la
Justicia y a su subordinación a los intereses partidistas.
Con el sistema de representación proporcional, el Consejo de la
Magistratura, el Jurado de Enjuiciamiento permanente y su composición corporativa, y la
forma de nombrar y acordar Ministros de la Corte Suprema, era solamente cuestión de
tiempo que el mecanismo perverso de la subordinación de la Justicia al poder político se
produjera.
El Pacto de Gobernabilidad firmado por Juan Carlos Wasmosy, Domingo
Laíno y Guillermo Caballero Vargas colocó en la Corte Suprema de Justicia a Ministros
elegidos, no por sus méritos jurídicos , por su conducta intachable o su carácter recio
e insobornable, sino por su militancia política y su disposición a acatar las órdenes
venidas de sus respectivos padrinos partidarios.
La Corte Suprema de Justicia, y detrás de ella todo el Poder Judicial,
se convirtió en un instrumento de la política y no de la Justicia. Y a raíz de esto la
Justicia se hundió en el más profundo descrédito, ya que las sentencias y fallos se
basaron, no en lo que decía la ley sino el jefe partidario al que cada juez debía su
cargo.
Y eso, como puede constatar todo el mundo y como rezan los informes de
Transparency International, llevó al país a un grado de corrupción jamás antes
alcanzado.
Pero , a pesar de todo lo que hizo la Corte Suprema contra la
Constitución y la ley, a pesar de las sentencias y fallos escandalosos, el poder
político no está contento con su sumisión y quiere más, y, entonces, pretende remover,
contra la letra expresa de la Carta Magna, a tres Ministros que no han sido
suficientemente obedientes.
Y el Senado, que gracias al sistema de representación proporcional
obedece las órdenes de los amos, en sesión secreta, basamenta la medida en que los tres
Ministros afectados "no tienen militancia partidaria".
El hecho que la Constitución prohiba que la tenga, tiene sin cuidado a
estos "representantes del pueblo". Lo que se veía desde afuera ahora tiene
confirmación plena desde dentro.
El senador José Burró , lider de la bancada del Encuentro Nacional,
ha sido honesto al confesar, en un panel realizado en una emisora radial, que en la
reunión secreta de los líderes de bancadas del Senado, y en la sesión del mismo
caracter del plenario, el único argumento que se barajó para el intento de destitución
fue el político.
Los Ministros destituídos no son del todo obedientes.
La Justicia paraguaya, ahora se constata lo que se sabía, no es más
que un instrumento del Poder político, que premia a los obedientes y sumisos y castiga a
los menos sumisos. Lo de la independencia del Poder Judicial resulta un cuento chino.
Si algo faltaba para convertir al Paraguay en el "enfermo de
América" esta confesión del senador Burró lo suple.
El país sabe ahora que vive fuera de la ley, en una dictadura manejada
por cuatro personas, y que está a punto de convertirse en feudo de una familia. No tiene
representación popular ni justicia independiente. Solamente tiene un perverso poder que
lo está ahogando, succionándole hasta la última gota de su sangre.