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Ha llegado el tutelaje?

Alberto Vargas Peña (Fundación Libertad)

14 de junio de 2000

    

Sostienen mis compañeros del programa “Polémica al Mediodía” que se transmite por la emisora 9,70 AM, que la detención del Gral. Lino César Oviedo forma parte del tutelaje evidente a que está siendo sometido el Paraguay, considerado ya un país díscolo, perturbador e inviable. El Brasil habría tomado la misión de hacer entrar en razones a esta tribu turbulenta o de imponerle por la fuerza la democracia y las buenas costumbres.

Lo que comenzó el 15 de mayo de 1811 habría pues terminado el 11 de junio del 2.000. Una dictadura vitalicia; dos tiranías terribles; dos guerras internacionales; infinidad de golpes de estado; dos revoluciones campales que fueron verdaderas guerras civiles y finalmente una dictadura despiadada, fueron la historia de un país cuyos habitantes jamás supieron convivir.

Después de apenas diez años de escarceos democráticos los paraguayos hemos vuelto a las andadas y parece que hemos terminado por cansar a todo el mundo.

¿Será que los brasileños, en connivencia con argentinos, uruguayos, chilenos y estadounidenses, por fin nos van a poner un chaleco de fuerza para educarnos a toda costa? ¿Será que por fin nos han ganado la guerra que comenzó en diciembre de 1864 y ahora culmina?

Ya nos ocuparon una vez la capital y cuando se fueron creyeron que dejaban un país pacificado. Teníamos una Constitución libérrima, pero seguíamos siendo los mismos. Nos llevó sesenta y seis años destruir la Constitución y volver a lo de siempre. Ahora parece que los Estados Unidos le ha encargado al Brasil que nos eduque o nos aplaste.

Somos los enfermos de Sudamérica, no cabe duda. No podemos sustentar nuestra sociedad y vivimos de los préstamos externos. Ni siquiera podemos sentarnos a conversar sobre economía para ver como podemos  hacer algo de provecho. No tenemos criterio, ni inteligencia ni nada.

Merecemos que vengan los brasileños a patearnos el trasero y a imponer su tutelaje.

Muchos consideran bienvenido al tutelaje; la historia paraguaya no es más que una larga sucesión de episodios sangrientos y sórdidos. Somos ladrones y arrogantes; ignorantes y asesinos. Nos odiamos unos a otros de una manera salvaje, como se odian las tribus vecinas, y estamos dispuestos al canibalismo a la primera ocasión. Nadie es peor enemigo de un paraguayo que otro paraguayo y solamente estamos unidos cuando hay que cortarle la garganta a otro semejante.

No sé si Brasil nos enderezará; lo dudo mucho. Tenemos una naturaleza muy rebelde y muy turbulenta. Somos hijos de la indiada que ocupaba estos territorios y de los españoles zafios y asesinos que llegaron a esta tierra .

Hemos sido educados bajo el imperio criminal de la Inquisición y nuestros cerebros fueron moldeados en la obediencia abyecta o la arrogancia cruel. Esto somos, a pesar que hemos idealizado nuestra estupidez y hemos fabricado mitos interminables con nuestro inexistente valor. Peleamos por salvajes, no por valientes, y nunca hemos tenido el coraje de defender un principio.

Somos de la ralea más baja, rastreros y rateros. Odiamos la excelencia y que alguien  descuelle en alguna cosa. Todo tiene que ser mediocre, a ras del suelo.

Así y todo, llegamos a ser independientes, y en algún momento libres.

Perversos y despreciables, llegamos a ser distintos. Ahora parece que eso se acabó. El mundo nuevo ya no puede tolerar esta tribu de salvajes que se odian hasta la eternidad. Yo soy uno de estos salvajes que no quiere el tutelaje, aunque me arranquen la piel mis odiados y odiosos compatriotas. Cuando sea izada la bandera verdeamarilla donde antes estuvo la tricolor, se me romperá el corazón.

Nuestro destino de paraguayos era ya difícil e insoportable; tutelados por el Brasil será fatal. 

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