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Acceso a los créditos

Alberto Vargas Peña (F. Libertad) 

12 de diciembre de 2000

La teoría macroeconómica induce a considerar a los países como personas, con una economía única, un solo deseo, un objetivo, y una sola decisión. No examina, ni le interesa, la economía de la gente vista individualmente. Para los economistas de esa escuela, lo bueno o lo malo pasa por las estadísticas del estado.

Yo no creo en la macroeconomía. Es más, la considero una engañifa. El estado no produce nada, es la gente la que produce, compra o vende y la que gana o pierde en las transacciones. Las estadísticas del estado, al sumar todas las cuentas de las personas y exhibirlas como propias crean una falsedad que tiene sin embargo su razón de ser.

Los organismos internacionales de crédito prestan a gobiernos, no a particulares, consecuentemente necesitan crear la ficción de que la economía pasa por las finanzas del estado. Y el estado responde con las estadísticas estatales porque es la vía de acceso a los créditos internacionales.

El estado se ha reservado el monopolio del préstamo internacional y  gana con la transferencia de esos fondos a los particulares. Después el estado es el que paga, pero se trata de una nueva mentira; el estado recauda y transfiere, pagando con el dinero de los contribuyentes los créditos que tomó y convirtió en humo o fortunas insolentes de funcionarios astutos.

¿Por qué una empresa eficiente, con garantías suficientes no puede contratar créditos directos, con el Banco Mundial? Porque el Banco Mundial es un organismo de gobiernos diseñado para trabajar con gobiernos.

Muchos particulares tienen créditos con bancas particulares y cumplen estrictamente con sus compromisos, pero el estado, que se endeuda más allá de lo que puede pagar, no los cumple, y entonces es objeto de sanciones internacionales que alcanzan a los particulares en primer término. Encima que estos tienen que pagar sus propios créditos, lo cual es justo, deben también pagar los volátiles créditos tomados por el estado en forma de impuestos crecientes.

Se dice que la balanza comercial tiene déficit cuando las estadísticas demuestran que los particulares compraron más de lo que vendieron. Se trata de cifras sin conexión unas con otras, pero que agrupadas dan la sensación del déficit. Los que compran es que lo hacen porque pueden hacerlo, y si se les vende es porque pagan lo adquirido.

Pero las engañosas estadísticas globales hacen aparecer como si el comercio fuera deficitario. Y la balanza comercial es uno de los indicadores que tienen los organismos internacionales para determinar si la economía está bien o mal.

Esa balanza engañosa puede estar perfectamente equilibrada y la economía de la gente estar pésimamente. Es un indicador que no indica nada, pero que sirve al Fondo Monetario Internacional, por ejemplo, para exigir que los impuestos sean aumentados.

Yo creo que el país no debería acceder a los créditos internacionales.

Es la gente la que debería tener esa posibilidad a través de la banca privada. Creo, con muchos economistas clásicos, que tanto el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial deben desaparecer. Los gobiernos deberían estar inhabilitados para contratar empréstitos, salvo casos de extrema gravedad, como la guerra.

         De este modo se acabaría la deuda externa y ese círculo maldito que  hace que los gobiernos se endeuden, roben, aumenten los impuestos, liquiden la economía de la gente, falsifiquen la moneda con la inflación y después se hundan en el caos.

   

   

    

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