La
teoría macroeconómica induce a considerar a los países como
personas, con una economía única, un solo deseo, un objetivo, y
una sola decisión. No examina, ni le interesa, la economía de la
gente vista individualmente. Para los economistas de esa escuela, lo
bueno o lo malo pasa por las estadísticas del estado.
Yo
no creo en la macroeconomía. Es más, la considero una engañifa.
El estado no produce nada, es la gente la que produce, compra o
vende y la que gana o pierde en las transacciones. Las estadísticas
del estado, al sumar todas las cuentas de las personas y exhibirlas
como propias crean una falsedad que tiene sin embargo su razón de
ser.
Los
organismos internacionales de crédito prestan a gobiernos, no a
particulares, consecuentemente necesitan crear la ficción de que la
economía pasa por las finanzas del estado. Y el estado responde con
las estadísticas estatales porque es la vía de acceso a los créditos
internacionales.
El
estado se ha reservado el monopolio del préstamo internacional y
gana con la transferencia de esos fondos a los particulares.
Después el estado es el que paga, pero se trata de una nueva
mentira; el estado recauda y transfiere, pagando con el dinero de
los contribuyentes los créditos que tomó y convirtió en humo o
fortunas insolentes de funcionarios astutos.
¿Por
qué una empresa eficiente, con garantías suficientes no puede
contratar créditos directos, con el Banco Mundial? Porque el Banco
Mundial es un organismo de gobiernos diseñado para trabajar con
gobiernos.
Muchos
particulares tienen créditos con bancas particulares y cumplen
estrictamente con sus compromisos, pero el estado, que se endeuda más
allá de lo que puede pagar, no los cumple, y entonces es objeto de
sanciones internacionales que alcanzan a los particulares en primer
término. Encima que estos tienen que pagar sus propios créditos,
lo cual es justo, deben también pagar los volátiles créditos
tomados por el estado en forma de impuestos crecientes.
Se
dice que la balanza comercial tiene déficit cuando las estadísticas
demuestran que los particulares compraron más de lo que vendieron.
Se trata de cifras sin conexión unas con otras, pero que agrupadas
dan la sensación del déficit. Los que compran es que lo hacen
porque pueden hacerlo, y si se les vende es porque pagan lo
adquirido.
Pero
las engañosas estadísticas globales hacen aparecer como si el
comercio fuera deficitario. Y la balanza comercial es uno de los
indicadores que tienen los organismos internacionales para
determinar si la economía está bien o mal.
Esa
balanza engañosa puede estar perfectamente equilibrada y la economía
de la gente estar pésimamente. Es un indicador que no indica nada,
pero que sirve al Fondo Monetario Internacional, por ejemplo, para
exigir que los impuestos sean aumentados.
Yo
creo que el país no debería acceder a los créditos
internacionales.
Es
la gente la que debería tener esa posibilidad a través de la banca
privada. Creo, con muchos economistas clásicos, que tanto el Fondo
Monetario Internacional y el Banco Mundial deben desaparecer. Los
gobiernos deberían estar inhabilitados para contratar empréstitos,
salvo casos de extrema gravedad, como la guerra.
De este modo se acabaría la deuda externa y ese círculo maldito
que
hace que los gobiernos se endeuden, roben, aumenten los
impuestos, liquiden la economía de la gente, falsifiquen la moneda
con la inflación y después se hundan en el caos.
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