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Desilusión con la democracia

Alberto Vargas Peña (Fundación Libertad)

10 de mayo de 2000

      

La prensa indica hoy que en Latinoamérica, el continente católico, los pueblos se están desilusionando rápidamente del sistema democrático de gobierno. No es extraño; estos pueblos han sido educados en la tradición católica del autoritarismo y han pensado, cuando llegó la ola democrática, que el gobierno sería el “gran papá” que los mantendría cómodos, abrigados, alimentados y felices.

Ningún político dijo al pueblo otra cosa; prometieron todo, hasta – como Hitler – maridos para las solteras. Pero el sistema democrático de gobierno no funciona así; es un sistema basado en la libertad pero también en la responsabilidad.

¿Qué latinoamericano quiere ser responsable?

En los países de tradición democrática, las personas quieren hacerlo todo por sí mismas, y trabajan incesantemente para que su esfuerzo tenga resultados; en los países de tradición católica autoritaria, las personas quieren que todo lo haga el gobierno, mientras ellas duermen una apacible siesta.

A veces, los gobiernos autoritarios logran dar la sensación de que con un gobernante especial eso puede lograrse, pero, cuando acaso se logra, es tan pasajero que no vale siquiera la pena comentarlo; el hecho es que la sensación existe, y el latinoamericano, educado en la obediencia ciega de los católicos , la santificación de la “autoridad” y el esperarlo todo de las dádivas del “padre”, se encuentra, en la democracia, perdido y desorientado.

El dirigente latinoamericano no cree en la democracia; es un tramposo.

Promete cualquier cosa para llegar al poder y una vez allí se considera su dueño. Hace tabla rasa con sus promesas, y dentro de la mayor impunidad, se hace rico a costa del erario público; como todos, empresarios y productores esperan las dádivas y los contratos protegidos del gobierno, nadie protesta.

El pueblo se resigna hasta que revienta.

En Latinoamérica no hay democracia sino comedia democrática.

Es claro que existen personas que saben lo que es una verdadera democracia, como funciona, y que la hace fracasar, pero son las menos; son una minoría ínfima, que a veces, cuando consigue apoyo militar impone sus puntos de vista. En seguida los políticos clásicos se apoderan de la acción y vuelven a las andadas. ¿Cómo no cundiría la desilusión?

Latinoamérica será democrática, verdaderamente democrática, dentro de un siglo, si persiste la irreligiosidad actual y se desvanece el catolicismo en los abismos de la historia. Eso se logrará con una educación que desmitifique al catolicismo y lo muestre tal cual es; antes de eso, la democracia siempre estará con el agua al cuello en Latinoamérica.

Parece un análisis simplista, y más de uno dirá que hay otras causas  mas complejas que hacen que el latinoamericano sea bruto, pobre, indigno, obediente y, de pronto, ferozmente rebelde.

Pero el común denominador, el que alcanza a todos los desdichados países latinoamericanos es el catolicismo. Hay otras causas, es cierto, que hacen que la democracia no funcione en estos lares, pero la gran causa es el catolicismo que nos han metido en la cabeza y que nos hace como somos.

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