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Autos para sentencia

Alberto Vargas Peña (F. Libertad) 

09 de octubre de 2000

   

El juez Jorge Bogarín ha llamado a “autos para sentencia” y parece dispuesto a cerrar el caso Argaña, por lo menos en lo que atañe a su jurisdicción y competencia. Tiene tres procesados: Pablo Vera Esteche, Constantino Rodas y Reinaldo Servín. Vera Esteche es “autor confeso” del atentado y sus declaraciones han sido desvirtuadas por el conductor de la camioneta en la que conducían el cadáver de Argaña – convenientemente sentado- Victor Barrios. Los otros dos, Constantino Rodas y el Mayor Reinaldo Servín están en el proceso por una supuesta vinculación con el automóvil Fiat Tempra, que el testigo Victor Barrios dijo que no vio jamás.

Los testigos realmente presenciales negaron que hayan visto a Constantino Rodas en ningún momento el día del supuesto atentado, en la esquina de la residencia del Dr. Luis María Argaña. El Mayor Reinaldo Servín se encontraba dando clases de Estado Mayor en una dependencia de las Fuerzas Armadas, cosa que han corroborado los profesores y más de cien testigos. Sin embargo, se atribuye a Constantino Rodas y a Servín, el haberse comunicado mediante teléfonos celulares durante las horas  que precedieron al atentado, lo cual era imposible.

El juez Bogarín se negó a hacer lugar al pedido de la defensa de una segunda autopsia del cuerpo del Dr. Argaña, a pedido del fiscal que a su vez fue abogado de la familia Argaña; esa nueva autopsia hubiera podido dar certeza de que el ex vicepresidente estaba muerto cuando dispararon sobre él. La negativa del fiscal y del juez, sin otra razón que la de pretender convalidar la autopsia incompleta hecha a la carrera por el Dr. José Bellasai, pariente cercano del Dr. José Alberto Planás. En esa autopsia no fueron consignados datos esenciales – y hasta elementales – que hubieran podido aclarar las circunstancias de la muerte de Argaña.

El mayor Servín se encuentra procesado en realidad por una única razón. Era un operador político muy cercano al Gral. (sr) Lino César Oviedo mientras estuvo forzosamente retirado de las Fuerzas Armadas. Como la familia Argaña y el gobierno nacido del golpe de marzo de 1999 responsabilizaron de inmediato a Oviedo del supuesto crimen, Servín era una pieza indispensable. La condena a Servín serviría así a los propósitos de condenar también a Oviedo.

El caso es que ahora en Asunción se están develando los detalles de la trama. Parece indudable – habrá que esperar la nueva autopsia para confirmarlo en un cien por ciento – que Argaña murió de muerte natural, un infarto masivo del miocardio, en su propia casa, después de asistir a la casa de una conocida presentadora de televisión.

Su deceso se habría producido entre las 18:00 y las 22:00 horas del 22 de marzo de 1999. Un grupo, que se cree sin confirmación que estaba formado por Planás, Bower, Wasmosy y Galaverna, se habría hecho cargo de la situación y planificado el atentado.

El plan consistía, según se afirma, en el asesinato de las dos personas vivas en la camioneta, y el fusilamiento del cuerpo del Dr. Argaña, con el fin de provocar una reacción popular que derribara al gobierno. Ellos, según se afirma y no se tiene todavía confirmación, habrían contratado el grupo que atacó la camioneta. El golpe final debió ser el estallido de la granada de mano arrojada bajo el vehículo, pero alguien se olvidó de quitarle el seguro y no estalló.

No hubo entonces cuerpos destrozados ni quemados. Para peor, uno de los tripulantes vivos de la camioneta, logró escapar ileso. La conspiración no tuvo la reacción esperada, por lo que dos días después hubo que organizar los crímenes en la Plaza del Congreso. La conspiración entonces tuvo el efecto deseado y el gobierno de Cubas cayó. Se dice también que el propio Cubas fue cómplice de su cofrade en la logia de los barones de Itaipú, el Ing. Juan Carlos Wasmosy, quien ahora está muy comprometido a raiz de las vinculaciones que parecen haber encontrado los brasileños entre Fernandinho Beira Mar y él.

          Dentro de este esquema se llama a “autos para sentencia”. Nadie duda  que Jorge Bogarín condenará a los procesados y nadie duda, tampoco, que el juicio será declarado nulo apenas vuelva a brillar la justicia en el Paraguay. 

 

         

 

    

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