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Abuso de poder y la misión de la OEA

Alberto Vargas Peña (F. Libertad) 

09 de agosto de 2000

 

          La facción argañista de la ANR, en complicidad con la facción caballerovarguista del Encuentro Nacional y la facción lainista del PLRA, se encuentran hoy utilizando ilegalmente el poder de que disponen para tratar de evitar la gigantesca derrota electoral que el mal humor del pueblo vaticina. Atropellan a los adversarios, amenazan con la violencia, violan la ley electoral a su placer y, como si fuera poco, el ministro del Tribunal Superior de Justicia Electoral Dr Juan Manuel Morales, sataniza a un sector de la población desde su propio despacho de juez electoral. 

Todo ante la mirada impasible de los enviados de la OEA, que como diría Mario Vargas Llosa, han venido al Paraguay de vacaciones pagas.

Para la misión de la OEA nada de las transgresiones flagrantes e indignantes del equipo gubernista es importante. Cuando la cosa se pone demasiado negra, se sostiene que “son observadores” y no interventores.

¿ A qué han venido entonces? ¿A observar como se patea el trasero del pueblo paraguayo impunemente y se le roba su voluntad?

La utilización de los medios del estado es absolutamente descarada.

Todos los transportes que paga el pueblo paraguayo han sido puestos a la orden de Felix Argaña, y si las camionetas no alcanzan, se las roba en la calle, como ha ocurrido con veinte camionetas 4x4 robadas en solo veinticuatro horas; si no alcanza el dinero de Hacienda se roba en los aeropuertos, mediante el uso de personal militar o policial, como ocurrió el pasado viernes 4 de agosto en el aeropuerto Silvio Pettirossi; si es necesario, se intimida y atropella o se viola la ley electoral. Para la pandilla que nos gobierna todo es lícito. Y la misión de la OEA asiste a cocteles donde la calidez paraguaya embota sus sentidos.

Un ministro del TSJE brama que es posible que haya violencia en los comicios, cuando jamás la hubo y no tiene por que haberla, salvo que la desate el oficialismo, y sigue en funciones sin que a la misión de la OEA le huela mal. El mismo ministro pronostica un gran ausentismo, preparando el fraude, cuando todos en el Paraguay saben que los paraguayos van a ir a votar en masa, y a la OEA la cuestión no le molesta en lo más mínimo. Ellos “observan”.

En el Perú por lo menos hicieron la comedia de retirarse frente al escandaloso fraude de Fujimori. Aquí avalarán el fraude, la violencia, todo, porque el Paraguay es un país insignificante que puede ser pateado impunemente y de donde – como hay tanta corrupción – se pueden extraer dividendos. Muchas veces el silencio reditúa.

La misión de la OEA ha visto y oído todo lo que está sucediendo en víspera de las elecciones del 13 de agosto y se ha callado. Ni las momias de Egipto son tan silenciosas. Tal vez mañana, cuando ocurra lo peor, diga que “se ha presentado un minucioso informe y que los Consejeros sabrán qué hacer con él”.

Mientras tanto, el pueblo paraguayo seguirá gimiendo, pero ya totalmente desilusionado de la democracia.  

       

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