Publicado
como editorial en el diario La Nación de Asunción
En
el Paraguay, tradicionalmente nada se hace bien. Esto se debe a que no
hay elite pensante y a que la política partidista impide que las
personas inteligentes accedan a lugares de protagonismo y tengan
realmente oportunidad de aplicar conocimientos e inteligencia a su
gestión.
Las
reformas que se encuentran en carpeta del gobierno ilegítimo y
usurpador no pueden tener y no tienen ni tendrán otra
historia. Ya hay muestras de lo que puede hacer esta dirigencia: La
Constitución de 1992 y las privatizaciones ensayadas hasta ahora
bastan y sobran para descalificar un elenco de personas que no tienen
inteligencia, ni preparación, ni base moral para hacer lo que es
debido.
La
Constitución es un monstruo de Frankenstein, cosido en forma
chapucera, que no puede caminar porque si bien tiene cabeza, tronco y
extremidades, está dispuesto de tal manera que los pies miran a la
espalda y los ojos están situados donde deberían estar los oídos.
Las privatizaciones realizadas, todas ellas, fueron resultado de otra
alquimia defectuosa, una especie de hechizo mostrenco, que terminó
por convertir la privatización en un costoso chasco.
Como
la misma gente que produjo esos adefesios es la que ahora pretende
reformar el Estado por la vía rápida es seguro que los
resultados serán los mismos que antes.
Ocurre
que el gobierno de los Estados Unidos exige las reformas, seguramente
porque cree que el gobierno ilegítimo y usurpador sabe de lo que se
está hablando, y presiona para que se las haga rápidamente. El
gobierno de los Estados Unidos no ha aprendido, por lo visto, que la
gente que situó en el gobierno ni es inteligente, ni tiene
conocimientos, ni es honesta, ni tiene la menor intención de cumplir
con lo prometido.
Este
gobierno ilegítimo y usurpador forma parte de un equipo de tramposos,
que finge hacer una cosa cuando el realidad está haciendo todo lo
contrario. Esta trampa se viene haciendo desde 1989 para evitar que el
país salga de un estado que permite la hegemonía de los
políticos inescrupulosos y ladrones. Y esto no es únicamente
responsabilidad de la ANR sino que cabalgan a su lado, con plena
conciencia y alegremente el PLRA y el PEN.
Este
diario insiste en que no se puede privatizar nada sin desmonopolizar
el área afectada previamente y entrar en la economía realmente
libre; insiste en que un gobierno ilegítimo y usurpador, que pende de
un hilo, no puede hacer ninguna reforma de fondo, e insiste que los
paraguayos, en su conjunto, tienen que decidir, en un referéndum
claro, sobre algo que incidirá sobre su destino por largo tiempo.
Esto
parece que no causa mella en la decisión del gobierno de los Estados
Unidos de obligar a los usurpadores a realizar reformas que los
paraguayos rechazan, no porque no sean útiles sino porque son
impuestas.
El
resultado será un verdadero desastre, porque las privatizaciones serán
sobre la base de monopolios y tendrán carácter de negociado. Un robo
escandaloso se cierne sobre los pobres contribuyentes paraguayos, que
serán objeto de despojo por una parte y de exacciones severas por la
otra.
Que no se diga en el futuro que todos son culpables del fracaso.
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