La
ANR viene haciendo resistencia a la política de reformas del Estado
desde 1989, en forma solapada por un lado, y en forma abierta por
otro.
Solapada
desde sus organizaciones partidarias formales, y abierta desde los
sindicatos que domina. Las reformas exigidas por los Estados Unidos,
principal promotor del golpe de febrero de 1989 no se han hecho hasta
ahora porque la nacionalista ANR no quiere.
Desde
la época de Natalicio González coexisten dos corrientes en la
ANR-Partido Colorado. La liberal, que viene del eje Decoud /Caballero
y desde 1877, y la nacionalsocialista de Natalicio González, que
viene desde aproximadamente 1928. La cúpula partidaria ha sido
dominada, desde 1947, por el pensamiento nacionalsocialista.
En
1999, Luis María Argaña, era el paladín de la resistencia a las
reformas. Apareció muerto y se atribuye hasta ahora su muerte a un
atentado. Ese hecho puso en el gobierno del Paraguay a un equipo que
simuló estar a favor de las reformas exigidas por los Estados Unidos.
El
gobierno estadounidense, que tuvo mucho que ver con la caída del
gobierno constitucional pero nacionalista del Ing.
Cubas, se encuentra defraudado y presiona, cada vez más fuerte, para
que se realicen las reformas. El gobierno ahora simula estar empeñado
en un lucha frontal por hacer las reformas por la vía rápida,
que conducirá a la venta de las empresas públicas a los
muchachos.
En
el Paraguay ninguna corporación es partidaria de las reformas, como
creo haber dicho en artículos anteriores. El gobierno no la quiere,
porque perdería mucho de su poder; la ANR no la quiere porque perdería
su atractivo como partido esencialmente prebendario y clientelista; el
PLRA no la quiere porque no podría prometer puestos a sus activistas;
el PEN no la quiere por lo mismo y por cuestiones ideológicas; el
empresariado no la quiere porque teme perder protección y no se
siente capaz de competir en ningún terreno; el catolicismo no la
quiere porque abomina de la libertad; el sindicalismo no la quiere
porque desea
seguir manteniendo sus privilegios.
Estados
Unidos quiere las reformas porque sin ellas el Paraguay es inviable,
pero el Paraguay organizado resiste.
El
gobierno de los Estados Unidos ya dio dos golpes en el Paraguay
buscando las reformas: el primero, la noche del 2 de febrero de 1989;
el segundo, en marzo de 1999, diez años después. Por las presiones
que está ejerciendo contra el gobierno ilegítimo y usurpador que
instaló en marzo de 1999, no esperará otros diez años para dar un
tercer golpe.
El
gobierno de los Estados Unidos parece estar convencido que los
paraguayos no votarían las reformas si se les preguntara; por ello
busca la vía rápida, que puede consistir en obligar al senador
González Macchi a hacerlas o desalojarlo del poder y situar allí
otro títere. Lo que no comprende es que sin la anuencia de los
paraguayos las reformas naufragarán.
Creo
que el gobierno de los Estados Unidos debería enviar al Paraguay a
gente menos turbia que la que hasta ahora ha enviado, para que se
informe debidamente de la situación y de la necesidad imperiosa de
cambiar el gobierno por la vía legítima y de consultar al pueblo
sobre las reformas.
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