LA DESESPERACIÓN
DE ENRIQUE IGLESIAS
Alberto Vargas Peña (miembro de la Fundación Libertad)
Todo el mundo fue sorprendido por la presencia de Enrique Iglesias,
presidente del Banco Interamericano de Desarrollo en el Paraguay, y por las promesas de
apoyo al gobierno usurpador de Luis Gonzalez Macchi.
No todos saben que los préstamos del BID se tramitan más por la
Vicepresidencia que por la Presidencia, y no todos saben que los préstamos nuevos llevan
un trámite de gestión de por lo menos un año cuando son velozmente concedidos, y de dos
años como mínimo cuando siguen un trámite normal, por eso las promesas de Enrique
Iglesias indignaron a algunos que fueron a dar con sus huesos en la cárcel
y encandilaron a la prensa adicta al régimen.
La verdad es que Enrique Iglesias no vino a conceder sino a pedir. El
funcionariado del BID en el Paraguay, sobre todo en lo que se refiere al PNUD, está
metido hasta el cuello en la corrupción paraguaya.
Desde los negociados con las semillas de algodón hasta lo que se
llamó el "caldero de Yacyreta" o "monumento a la corrupción",
pasando por cada proyecto, cada pequeño préstamo, cada salario pagado, está
inficionado.
Y esto es lo que Enrique Iglesias vino desesperado a tratar de ver como
se oculta. Ocurre que el nuevo gobierno argentino ha expresado su decisión de someter a
la Binacional Yacyretá a una auditoría externa, que probablemente será estadounidense.
En esas condiciones es de prever que los viejos chanchullos, como el de
Lamónica/Magno Ferreira que dice que cobraron tres veces el valor de la represa de
tierra que se utilizó para cortar el río salgan íntegros a la luz, seguidos de
la triunfal cadena de los nuevos.
Y en esto está el BID, aparentemente, hondamente comprometido. Por
otro lado no se le puede ocultar a Enrique Iglesias que el gobierno usurpador está a
punto de irse al diablo.
Con el PLRA abriéndose a toda velocidad para evitar mancharse más,
una persona informada como el presidente del BID tiene que saber que los días del
gobierno de "unidad nacional" están contados. Y entonces, los que vengan, no
serán generosos con el BID y sus muchachos.
Por eso es que Enrique Iglesias viene a prometer lo que sabe que no
puede dar. Porque un respiro es un respiro, y la promesa de doscientos millones de
dólares a repartir puede intentar torcer algunas voluntades.
Hay toneladas de documentos que comprometen al PNUD solamente en el
Ministerio de Agricultura y Ganadería, donde el festín ha sido prácticamente
sistemático. Pero los años de Wasmosy han terminado, y quizá hayan comenzado a doblar
las campanas, no solamente para los corruptos paraguayos, sino hasta para Enrique
Iglesias.
Los estadounidenses deben saber todo lo que se ha hecho desde el BID.
Con la amenaza de un cambio de administración es casi seguro que George Bush Jr.
derrote a su rival demócrata ellos también deben comenzar a quemar archivos.
Y si desde Argentina y Paraguay comienzan a aparecer los esqueletos
dentro del armario, la quema comenzará, inevitablemente, por Enrique Iglesias. No será
la primera vez que una cosa así suceda en el BID. Recuerden a Felipe Herrera.