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Votar por la democracia

Alberto Vargas Peña (Fundación Libertad)

07 de julio de 2000

           

Alguna gente repite el discurso remanido, que expresa que la vicepresidencia de la Rca. es un “cargo-florero”, que no tiene la menor importancia y que, por tanto, uno debería quedarse en su casa el 13 de agosto.

Dice también que las elecciones son caras y que mejor sería que no existiese el cargo de vicepresidente o que fuera llenado mediante un simple acto administrativo, realizado tal vez por la Corte Suprema de Justicia. Y hay un senador que ha afirmado, siguiendo la línea que en el pasado destruyó la Constitución de 1870, que los vicepresidentes para lo único que sirven es para “conspirar contra los presidentes”.

La Vicepresidencia no es un “cargo-florero” sino una importante e indispensable rueda de recambio. En toda sociedad, desde la más simple a la más compleja debe haber un orden para cubrir las vacancias y las acefalías.

Lleve el título de Vicepresidente o no, siempre hay un segundo de abordo en el gobierno de los países, que puede completar un mandato o interinar hasta que se elija un reemplazante. En la Carta fascista de 1940, el reemplazante interino inmediato era el Ministro del Interior, quien debía convocar , como presidente provisional, al Consejo de Estado y la Cámara de Representantes a Asamblea Nacional para elegir el presidente, salvo   que la vacancia se produjese dentro de los dos primeros años del mandato, en cuyo caso el presidente provisional debía llamar a elecciones dentro de los dos meses.

Un sistema enrevesado que produjo la presidencia de Higinio Morínigo Martinez a la muerte de José Félix  Estigarribia. De hecho estaba previsto el reemplazo y quien era el primer reemplazante.

Las elecciones , es cierto tienen un costo, pero no son “caras”. Son la única expresión válida de la voluntad del pueblo, en una democracia. Mucho más caro es, para el pueblo, no tener elecciones. Y aún no existiendo el cargo de vicepresidente, siempre hay alguien encargado de suplir la ausencia o la vacancia y siempre, en definitiva, se llega al estadio de la elección, a no ser que se prefiera un gobierno no democrático.

Tal vez el senador Burró prefiera el sistema hereditario, y de hecho, al apoyar la candidatura del hijo de Luis María Argaña lo está aceptando.

El Paraguay tuvo, durante la vigencia de la Constitución de 1870 – sesenta y seis años – vicepresidentes que conspiraron y vicepresidentes que no conspiraron. Tuvimos en el Paraguay, desde 1811, personas que conspiraron, siendo cualquier cosa, desde simples civiles sin cargo público alguno a generales llenos de entorchados.

El argumento del senador Burró es muy endeble, prácticamente infantil.  Durante la vigencia de la Carta de 1940 – veintisiete años  conspiró prácticamente todo el mundo. Y lo mismo se puede decir durante la vigencia de la Constitución de 1967 – que duró veinticinco años-. De modo que no es el cargo de vicepresidente el que induce a la conspiración. Es la falta de legitimidad y de libertad. Cuando no se permite votar se induce a conspirar.

Todo viene a cuento porque el 13 de agosto habrá elecciones para elegir vicepresidente. Pero el 13 de agosto del 2.000 no se elegirá  simplemente un vicepresidente. Se juzgará un gobierno. Un gobierno que está allí en forma inconstitucional e ilegal. Un gobierno que es usurpador e ilegítimo.

Ocurra lo que ocurra el día después, el día 13 de agosto el pueblo paraguayo estará haciendo conocer su voluntad, ya sea votando por la democracia o votando por la dictadura. Lo que ocurrirá el 13 de agosto es algo mucho más importante que poner en su lugar la rueda de recambio. Se estará definiendo si los paraguayos serán libres y por tanto podrán progresar, o serán oprimidos, y por tanto estarán condenados a la pobreza y la miseria.

Yo votaré por la democracia ese día. Independientemente del color que  me agrada o los proyectos que me desagradan, votaré para que los  paraguayos tengan el derecho de elegir sus autoridades. Y no me asustarán las voces de la barbarie- como las de Bader Rachid Lichi o Juan Carlos Galaverna- que anuncian venganza armada y el retorno de los “py nandí”. (pies descalzos, denominación de los milicianos colorados en la guerra civil de 1947) Ese día pondré mi voto en la urna para refirmar mi condición de ciudadano libre y demócrata. 

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