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El yate y la reunión

Alberto Vargas Peña (F. Libertad) 

07 de junio de 2001

 

Resulta que el usurpador de la presidencia paraguaya, senador Luis Ángel González Macchi, tuvo la ocurrencia de gastar unos cuantos miles de dólares del Tesoro paraguayo en un paseo en yate en Miami, a su regreso de la cumbre realizada en Canadá, donde no fue escuchado ni siquiera por los porteros del sitio de reunión. Como el consulado paraguayo no los tenía, recurrió a su amigote Juan Manuel Ávila, que casualmente había recibido dieciseis millones de dólares americanos escamoteados de los bancos Unión y Oriental para la Fundación de la abuela del usurpador, Lola de Miño.

         El Sr. Ávila, requerido por el amigo, firmó el contrato de alquiler del yate – y por supuesto lo pagó - y el usurpador se pudo dar el gusto de surcar las verdes aguas del Golfo de México que bañan las playas de Miami.

         El secretario y vocero de la presidencia de la República, Sr. Jaime Bestard ha pretendido hacer creer que el usurpador "no conoce a Ávila" y que "no sabía porque firmó el contrato del alquiler del yate".

          Aparentemente el Sr. Bestard cree que todo el mundo es idiota en el Paraguay - siguiendo la luminosa opinión de Gaspar França - y que puede tragarse ese verdadero disparate. Ya ingresó con las velas desplegadas en esa región cuando pretendió hacer creer que el presidente de la República "no sabía" que sus allegados directos - su padre, su hermana y su hermano - estaban tramitando una operación de alto rendimiento con dinero ajeno, y que "no sabía" que sus subordinados de confianza, el Dr. Washington Ashwell y el Dr. Julio González Ugarte estaban metidos hasta el cuello en el chanchullo.

         La presencia de Ávila, el mayor beneficiario del ilícito que convirtió en humo los dieciseis millones de dólares de los bancos Unión y Oriental, en la tramitación del contrato de alquiler del yate y el aporte de cinco mil dólares que costó, habría sido de pura y milagrosa casualidad. Un paraguayo generoso que quiso que el presidente - usurpador - de su país tuviera un día de ocio después de la ardua tarea realizada en Canadá, donde conversó con el portero del cine adonde fue a matar el tiempo que le sobró porque ningún presidente de América quiso siquiera dirigirle la palabra.

González Macchi necesitaba pasar un día en el mar para meditar acerca del hambre en el Paraguay y los graves problemas de su economía, y el generoso Sr. Ávila le proporcionó ese espacio de solaz.

         La verdad es que González Macchi conocía y conoce a Ávila y que Ávila fue el destinatario de dieciseis millones de dólares robados por la administración pública - gente del Banco Central del Paraguay - a los acreedores y accionistas de los bancos Unión y Oriental. ¿Por que lo niega, si el conocimiento no comprueba nada criminoso? Uno puede especular que lo niega porque tiene que mentir, y si tiene que mentir es porque la verdad puede perjudicarlo.

         Nadie puede decir, todavía, si Ávila y González Macchi se reunieron en

Miami antes del viaje de placer del usurpador o después, pero nadie puede negar que si Ávila pagó el viaje es porque se trataba de amigos con ganas de divertirse. Y los amigos se conocen.

    

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