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La conexion chilena

Alberto Vargas Peña (F. Libertad) 

07 de junio de 2001

 

Eduardo Belmar es un chileno, coronel de Inteligencia del Ejército de Chile, que estuvo viviendo en el país durante más de un año y medio. Ahora, después del agresivo allanamiento a sus habitaciones en el Gran Hotel del Paraguay donde se alojaba, realizado por la fiscalía de delitos económicos, partió con rumbo desconocido. El allanamiento no arrojó ninguna luz sobre sus actividades porque Belmar no dejaba papeles de ninguna clase en su habitación.

         ¿Cual es la importancia de Belmar? Es, nada menos, el amigo de Judith González Macchi, con quien sostenía innumerables conferencias telefónicas diarias y con quien se reunía casi en forma cotidiana hasta que explotó el caso del desvío de los 16 millones de dólares americanos de los bancos Unión y Oriental. Sus reuniones no solamente eran con Judith, sino con los directivos chinos del banco Oriental, y sus comentarios en el hotel hacían referencia a su intención de comprar el SSBanco, ex BUSAIF. Con ese motivo también sostenía conferencias telefónicas y entrevistas personales con Julio González Ugarte, Director del Banco Central del Paraguay.

          Cuando los fiscales de delitos económicos fijaron fecha para las declaraciones testificales de Eduardo Belmar, simplemente desapareció. Dejó en el hotel toda su ropa y una cuenta impaga.

          ¿Estaba realmente Belmar intentando comprar - sin dinero porque buscaba una garantía de 30 millones de dólares americanos que no le fué dada – el SSBanco, ex BUSAIF, o formaba parte del equipo que tramó la operación de desvío de los 16 millones de dólares americanos de los bancos Unión y Oriental ? El caso es que Belmar era amigo cercano de Judith González Macchi, hermana del usurpador de la presidencia de la República del Paraguay, quien ahora dice que no lo conoce.

          ¿Donde está Belmar? La fiscalía cree que se presentará a declarar, cosa que yo no creo. Yo pienso que Belmar no está en el Paraguay y que lo último que tiene intención de hacer es volver. Se fué justo a tiempo, con lo puesto, como buen oficial de inteligencia que sabe que su declaración es vital para que se conozcan ciertas conexiones y no quiere correr riesgos de ninguna naturaleza. Los amigos pueden convertirse en enemigos rápidamente, sobre todo cuando se juega el poder y el dinero.

         La fiscalía de delitos económicos no tiene un caso contra él. Solamente lo quiere como testigo. No lo podrán traer a la fuerza porque nadie lo acusa de nada. Es alguien que salió de las sombras para volver a sumirse en ellas una vez que su protagonismo ha terminado.

         ¿Se le podrá probar algo a alguien sin las declaraciones de Belmar? Difícilmente. La fiscalía da palos de ciego, porque no puede hacer especulaciones y si bien sabe que las operaciones delictivas no se podían hacer sin orden de la presidencia de la República, no puede probarlo. Los únicos que pagarán el pato de la boda en este asunto serán los liquidadores, y quizá algún barrendero de los bancos perjudicados. Entretanto la conexión chilena, que era la más importante y que los fiscales dejaron hacerse humo, ya no es más que una anécdota.

    

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