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Círculo perverso

Alberto Vargas Peña (Fundación Libertad)

07 de junio de 2000

 

El Paraguay es una dictadura perversa que se esconde tras una fachada democrática. Curiosamente no es una dictadura del titular del Ejecutivo, sino del titular de la logia más poderosa del país: Los barones de Itaipú.

El Senado se encuentra totalmente en manos del dinero del Ing. Juan Carlos Wasmosy, y sus miembros más conspicuos figuran en su nómina. El actual presidente Juan Carlos Galaverna de la ANR; los senadores Paz Castaing y Luis Alberto Mauro, del Partido Encuentro Nacional; los senadores Evelio Fernandez Arévalos, Luis Guanes Gondra, José Felix Fernandez Estigarribia y Francisco José de Vargas, del PLRA y los senadores de su propio movimiento político.

En Diputados figuran en su nómina todos los diputados del PEN. El Poder Judicial en su mayoría se encuentra en manos de dos aliados, Juan Carlos Wasmosy y Domingo Laíno.

La prensa, fuera del diario ABC Color – donde también tiene wasmosistas como Pepa Kostianovsky – está prácticamente a sueldo de Wasmosy. CERNECO, que es una organización fascista que monopoliza la bolsa de avisos, responde ciegamente a Wasmosy a través de Humberto Rubín, Carlos Jorge Biederman y Pascual Rubbiani. Las agencias publicitarias independientes han sido aplastadas. Wasmosy es además, dueño de gran parte de las Fuerzas Militares, cuyos oficiales superiores están abiertamente a sueldo del hombre más adinerado de Sudamérica.

Sin Poder Legislativo, sin Poder Judicial independiente y sin prensa honesta, el Paraguay obedece las órdenes de Juan Carlos Wasmosy, que ha sabido crear, gracias a las tonterías, inconsecuencias y trampas de la Constitución de 1992, un círculo perverso que le otorga un poder casi absoluto, tan grande o mayor que el que tenía Alfredo Stroessner.

Lo perverso de este sistema es que aplasta sin necesidad de mostrar el guantelete de hierro. Los periodistas libres e independientes son perseguidos, no por la policía sino por CERNECO, que hace saber a los propietarios de diarios, que tiemblan como hojas en la tormenta, que no habrá avisos si no tratan los temas como ellos quieren que se los trate. Este sistema fabrica golpes ficticios, destroza candidatos, hunde a personas decentes, calumnia y hace lo que quiere.

La opinión pública internacional no se percata acerca de lo que ocurre en el Paraguay porque sus dirigentes o están engañados o son cómplices; nadie quiere comprometerse en los problemas ajenos, sobre todo cuando tiene muchos problemas propios.

El círculo perverso paraguayo, sostenido además por el presidente Clinton de los Estados Unidos de América, que ha recibido dinero de Wasmosy a través del común amigo Mark Jiménez, es prácticamente indestructible.

Wasmosy ha logrado, con su dinero, lo que nunca logró Alfredo Stroessner con su poder: La certificación internacional. Y la farsa de democracia que presenta al mundo, es aceptada casi sin análisis ni discusión.

Alfredo Stroessner era un tirano que oprimía y reprimía; Juan Carlos Wasmosy es un déspota ladrón que corrompe. Donde Stroessner ponía la violencia Wasmosy pone el dinero. El resultado es el mismo; los paraguayos no son dueños de su destino. 

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