UN EXTRAÑO
CUENTO
Alberto Vargas Peña (miembro de la Fundación Libertad)
La Policía presentó a un maleante de poca monta, de apellido Vera
Esteche, quien sin pelos en la lengua y sin demostrar el lógico temor que debería tener
todo homicida a sueldo cuya condena no bajará de veinticinco años relató
lo que según él fueron los acontecimientos que acabaron con la vida lo cual no
está definitivamente comprobado del Dr Luis María Argaña.
Confieso que soy un impenitente estudioso de la literatura
"negra", de la seria y la novelesca. Me he deleitado con las novelas policiales
de Conan Doyle, de la Colección Naranja, de Ellery Queen y de Ian Fleming y me he leído
muchos de los archivos del FBI, Scotland Yard, de la Policía Federal Argentina y algún
que otro caso de la Sureté.
No pretendo ser una autoridad en materia criminalística, pero no soy
del todo lego. Puedo distinguir una patraña cuando la veo. He estudiado con bastante
detenimiento muchos atentados políticos,entre ellos y con especial detenimiento el que
costó la vida a John F.Kennedy. Tengo una buena biblioteca con libros de Forsyth,
Ludlum,Barak, Mac Innes, Le Carré que se especializan en novelizar casos reales de
atentados políticos.
Bajo el ropaje de la novela se pueden decir muchas cosas que no se
pueden expresar abiertamente. Todo esto me lleva a tener un cierto criterio analítico en
las cuestiones que atañen a atentados y crímenes políticos.
No puedo creer en las confesiones por arrepentimiento. No puedo creer
en una persona que aparece de pronto, como surgiendo de la caja de un mago, y se confiesa
autor de un homicidio por encargo.
No puedo creer que un homicida de alquiler deje el arma incriminante al
alcance de la Policía siete meses después del cumplimiento de su contrato. No puedo
creer en un grupo de homicidas contratados por 300.000 dólares que , después de ocho
días de su crimen, asalten un supermercado para robar monedas.
No puedo creer que justamente en ese asalto se olviden del arma que se
utilizó en el atentado. No puedo creer que un grupo contratado supuestamente por gente
que ejercía el poder no haya tenido dinero para desplazarse en automóvil y tuviera que
recorrer, en colectivo, la ruta del crimen. No puedo creer que un grupo de homicidas por
encargo no hayan despertado sospechas de la víctima, habiendo rondado su casa, con el
mismo vehículo, durante meses.
Y no puedo creer que quienes los contrataron hayan dado la cara y se
hayan comunicado con ellos mediante teléfonos celulares. Y parece que como yo, nadie cree
en esta nueva versión de un atentado cuyos padres seguramente no son los imputados. Las
encuestas realizadas son categóricas. Nadie cree en que las cosas hayan ocurrido así
como se relata. Parece más bien un cuento bien urdido, para ocultar losverdaderos sucesos
y, sobre todo, a los verdaderos autores morales.
Esta historia, como la anterior, me suena hueca. Me suena como un
montaje anticipado , preparado para disfrazar la verdad, si fallaba la primera historia.
Me parece a una "konspiratzia" de segundo gatillo, como las que preparan siempre
la KGB y la CIA.
La primera historia, montada sobre un testigo estúpido, que involucró
a una persona muerta en su relato, fracasó, tal vez a propósito, para hacer más
verosímil la segunda versión. Lo único bueno de esta extraña historia, es que está
señalando con mucha claridad a quienes realmente pudieron ser los responsables del crimen
que divide hasta hoy a la sociedad paraguaya.