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Con el moño de la CIA

Alberto Vargas Peña (Fundación Libertad)

04 de mayo de 2000

 

Han surgido nuevas evidencias en el caso Argaña, el que desató todo el desastre paraguayo. El hijo del difunto, aparece como comprador de un testigo, denunciado por éste mismo. Esto posibilita algunas especulaciones porque uno no puede considerar, y mucho menos conociendo de cerca de la familia Argaña, que un hijo proteja a los asesinos de su padre.

Si es cierto que Nelson Argaña colaboró para comprar al testigo que  hace la denuncia formal y explícita, entonces hay que comenzar a pensar seriamente en la posibilidad de que Luis María Argaña haya muerto de muerte natural, y que el atentado haya sido un teatro montado en forma extremadamente chapucera. Quedó vivo un testigo que sabe perfectamente si Argaña estaba muerto ya o si lo mataron en el atentado.

El primer rumor que ganó la calle el día del suceso, fue que Argaña había muerto de un paro cardíaco – estaba enfermo de cáncer y sometido a tratamiento de cortisona, como puede notarse en sus ultimas fotografías donde aparece la hinchazón típica, en forma inocultable – en casa de su amante, aproximadamente a la medianoche del día 23 de marzo de 1999.

Enterada la familia y los allegados políticos de inmediato, se habría fraguado el atentado para provocar la caída del gobierno. El atentado se llevó a cabo casi ocho horas después de la muerte, lo que explicaría el innegable rigor mortis que presentaba el cadáver, y las heridas de bala que presentaban todo el aspecto de haber sido disparadas contra un cuerpo exangûe.

Hay que ver las fotografías que han sido publicadas profusamente, que inducen a pensar en que el balazo que presenta Argaña en un costado, y que se dice que fue el causante de la muerte, tiene todo el aspecto de un disparo hecho a muy corta distancia y sobre un cuerpo sin vida.

El atentado contra Argaña desató la tempestad contra el gobierno de Cubas. De inmediato fue acusado Lino Oviedo de haber sido el “autor moral” del crimen, y comenzaron las investigaciones ya con un culpable definido. Hoy las investigaciones están más empantanadas que nunca. Han aparecido testigos falsos de toda clase, varios asesinos presuntos, un asesino confeso, y miles de comprometidos en el complot.

Si el testigo Francisco Alvarez dice ahora la verdad, entonces es muy probable que el Dr. Luis María Argaña haya viajado muerto en la camioneta sobre la que dispararon aquel día fatídico.

No tengo dudas que el caso se resolverá tarde o temprano porque los asesinos fueron chapuceros. Dejaron con vida al chofer de la camioneta, que sabe a ciencia cierta si su pasajero estaba vivo o muerto. Es una pieza maestra, que ya ha comenzado a poner precio a lo que sabe, y que no puede ser eliminada porque muerta es más elocuente que viva. Al chofer no lo pueden matar como mataron a Coco Villar. Lo cierto es el “caso Argaña” está más misterioso que nunca.

El atentado contra Argaña provocó los sucesos de la plaza del Congreso que terminaron por derribar al gobierno constitucional del Ing. Cubas.

Los Estados Unidos tenían interés mayúsculo en deshacerse de Cubas. Y los antecedentes de los gobiernos estadounidenses en cuanto a derribo de gobiernos constitucionales que no les agrada son numerosísimos. Si se examina bien el caso, se podrá ver, en el fondo y en la penumbra, el moño de la CIA.

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