La
economía paraguaya, no es un secreto para nadie, se encuentra
inmersa en su peor crisis desde 1870. Las fórmulas previstas para
salir de una crisis económica normal, no servirán para afrontar ésta,
porque desde su acentuación en 1991, el gobierno ha venido haciendo
todo lo posible por hacer las cosas mal. Lo que ayer hubiera sido
adecuado, por oportuno, hoy ya no es posible, porque la caída ha
adquirido mayor velocidad.
En
el Paraguay hay que recuperar la producción, porque ahora ya
peligra la estabilidad monetaria, pero no hay tecnología, ni
equipamiento ni nada que permita tener una producción competitiva
y, por tanto, vendible en forma rentable. La pregunta entonces es ¿se
puede, mediante las fórmulas tradicionales, salir de este
atolladero?
¿Qué
es lo primero que hay que hacer para dar los primeros pasos hacia la
salida? Devolver la confianza al país. Esa parece ser la primera
condición. ¿Cómo? Tomando medidas que implican un cambio profundo
en la institucionalización, porque si no se cambia de sistema no
habrá cambios en absoluto; en seguida, deberá venir el cambio de
personas, porque con los protagonistas actuales no hay nada que
hacer. La corrupción, el despilfarro, la tontería
institucionalizada, la ignorancia, todo lo que nos ha afectado es
obra de estos protagonistas. Insistir con ellos es suicidarse.
¿Qué
es una nueva institucionalización? Yo insisto en que hay que
cambiar la Constitución. Hay que hacerla de nuevo, no en el capítulo
de las garantías individuales, sino en los mecanismos del
funcionamiento del estado. La nueva economía requiere libertad,
conocimiento y eficiencia y no puede desarrollarse dentro de un
marco tan estúpido e irracional como el que propone la Constitución
de 1992.
Por
supuesto que la nueva institucionalización no resolverá de
inmediato ningún problema puntual. La producción seguirá siendo
no competitiva hasta que se aumente la productividad, y esto no
sucederá hasta que haya nuevos gerenciamientos y se aumente el
esfuerzo. Pero si bien no
resolverá los
problemas a corto plazo, los resolverá de manera definitiva a
mediano y largo plazo. Es decir, habrá esperanzas ciertas de
desarrollo.
¿Qué
hacer a corto plazo? El hambre no espera y en el Paraguay hay
hambre. Habrá que hacer competitivas a las empresas dándoles
incentivos mayúsculos. Una baja general de los impuestos, que haga
muy atractivo para el inversor extranjero traer su dinero al
Paraguay. El sacrificio del gobierno tendrá que ser severo.
Lo
que hay que comprender es que no se puede reactivar la economía
paraguaya tomando medidas eclécticas o incompletas. Se debe hacer
todo a fondo. Para resolver el problema hay que poner todo lo que se
tenga en el juego y no detenerse a mitad de camino.
No
tengo la menor esperanza que esto se haga, como ya he dicho una y
mil veces anteriormente. Los protagonistas tienen demasiados
intereses creados para dar un paso al costado, y no hay suficiente
inteligencia para tomar la decisión.
Entonces ¿qué?
Seguiremos
marchando hacia el abismo hasta que se toque fondo y la gente se
mate en la calle por dos centavos.
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