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Cada día peor

Alberto Vargas Peña (Fundación Libertad)

04 de julio de 2000

        

La economía paraguaya, no es un secreto para nadie, se encuentra inmersa en su peor crisis desde 1870. Las fórmulas previstas para salir de una crisis económica normal, no servirán para afrontar ésta, porque desde su acentuación en 1991, el gobierno ha venido haciendo todo lo posible por hacer las cosas mal. Lo que ayer hubiera sido adecuado, por oportuno, hoy ya no es posible, porque la caída ha adquirido mayor velocidad.

En el Paraguay hay que recuperar la producción, porque ahora ya peligra la estabilidad monetaria, pero no hay tecnología, ni equipamiento ni nada que permita tener una producción competitiva y, por tanto, vendible en forma rentable. La pregunta entonces es ¿se puede, mediante las fórmulas tradicionales, salir de este atolladero?

¿Qué es lo primero que hay que hacer para dar los primeros pasos hacia la salida? Devolver la confianza al país. Esa parece ser la primera condición. ¿Cómo? Tomando medidas que implican un cambio profundo en la institucionalización, porque si no se cambia de sistema no habrá cambios en absoluto; en seguida, deberá venir el cambio de personas, porque con los protagonistas actuales no hay nada que hacer. La corrupción, el despilfarro, la tontería institucionalizada, la ignorancia, todo lo que nos ha afectado es obra de estos protagonistas. Insistir con ellos es suicidarse.

¿Qué es una nueva institucionalización? Yo insisto en que hay que cambiar la Constitución. Hay que hacerla de nuevo, no en el capítulo de las garantías individuales, sino en los mecanismos del funcionamiento del estado. La nueva economía requiere libertad, conocimiento y eficiencia y no puede desarrollarse dentro de un marco tan estúpido e irracional como el que propone la Constitución de 1992.

Por supuesto que la nueva institucionalización no resolverá de inmediato ningún problema puntual. La producción seguirá siendo no competitiva hasta que se aumente la productividad, y esto no sucederá hasta que haya nuevos gerenciamientos y se aumente el esfuerzo. Pero si bien no resolverá los problemas a corto plazo, los resolverá de manera definitiva a mediano y largo plazo. Es decir, habrá esperanzas ciertas de desarrollo.

¿Qué hacer a corto plazo? El hambre no espera y en el Paraguay hay hambre. Habrá que hacer competitivas a las empresas dándoles incentivos mayúsculos. Una baja general de los impuestos, que haga muy atractivo para el inversor extranjero traer su dinero al Paraguay. El sacrificio del gobierno tendrá que ser severo.

Lo que hay que comprender es que no se puede reactivar la economía paraguaya tomando medidas eclécticas o incompletas. Se debe hacer todo a fondo. Para resolver el problema hay que poner todo lo que se tenga en el juego y no detenerse a mitad de camino.

No tengo la menor esperanza que esto se haga, como ya he dicho una y mil veces anteriormente. Los protagonistas tienen demasiados intereses creados para dar un paso al costado, y no hay suficiente inteligencia para tomar la decisión.  Entonces ¿qué?

Seguiremos marchando hacia el abismo hasta que se toque fondo y la gente se mate en la calle por dos centavos. 

   

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