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El ocaso de Clinton

Alberto Vargas Peña (Fundación Libertad)

01 de agosto de 2000

        

Leí en la prensa que William Clinton, probablemente el presidente de los Estados Unidos más corrupto e inmoral de su historia – lo que es decir mucho conociendo las historias de Franklin Delano Roosevelt y John F. Kennedy – no podrá ejercer como abogado en su Estado, cuando abandone la presidencia.

Probablemente su futuro, dicen algunos, se encuentre en Hollywood, porque le han descubierto ciertas dotes de actor. La historia entonces se invertirá, porque Ronald Reagan comenzó siendo actor de cine y terminó siendo uno de los mejores presidentes estadounidenses y Clinton, si se da la profecía habrá comenzado siendo presidente para terminar como actor. De todos modos el ocaso de Clinton está a la vuelta de la esquina.

Clinton fue el hombre que destruyó la democracia paraguaya. Gracias a sus acuerdos financieros con Juan Carlos Wasmosy – a través de Mark Jiménez su financista filipino – apoyó al corrompido y corruptor Wasmosy y contribuyó , con Maura Harty su embajadora estrella, a derribar al gobierno constitucional paraguayo. Las secuelas de ese golpe han sido la persecución, la humillación, el vejamen y las torturas a los paraguayos y el reingreso al gobierno del partido stronista, responsable del calvario de los paraguayos por más de treinta y cuatro años.

Maura Harty, por orden de Peter Romero y Clinton, conspiró abiertamente contra el gobierno constitucional y la Constitución paraguaya. Fue parte del complot que aprovechó la muerte natural de Luis María Argaña para convertirla en un atentado, y es responsable de los crímenes de la Plaza del Congreso llevados a cabo por francotiradores wasmosistas. Tal vez dentro de cincuenta años, cuando se abran los documentos secretos de esta época, podamos los paraguayos enjuiciar a Clinton, Maura Harty y Peter Romero y acusarlos de crímenes que son imprescriptibles.

Los médicos comienzan ya a hablar libremente de la muerte natural de Argaña. Antes de ayer en Asunción, en el programa radial de Atilio Viera, un médico del Sanatorio Americano denunció públicamente que la autopsia del Dr. Argaña señaló con toda claridad, tenía sangre coagulada en el corazón y los pulmones a escasos minutos del supuesto “atentado”, que se había fusilado un cadáver. Hay que recordar que el FBI no ayudó en la “investigación” porque Maura Harty no dio curso a la nota de pedido que hizo el ex presidente Cubas.

Los negocios de Clinton eran demasiado importantes como para que se dejara a un gobierno constitucional investigarlos. Mark Jiménez tenía demasiado peso en el Paraguay, como para que la voluntad de los paraguayos prevaleciera. Y todo el poder de las agencias secretas estadounidenses se volcó a destruir a un gobierno constitucional, como ya sucedió otras veces en la América Latina. Y todo, no en nombre del inmoral y corrupto Clinton, sino de la “democracia”.

Por eso el ocaso de Clinton será bienvenido por los paraguayos demócratas. Cualquiera que venga después de él será diferente. Es difícil que se pueda ser igual a este ser despreciable.

         Es mi deseo que gane George Bush para que al pueblo estadounidense no se le oculte nada referente a Clinton, y para que su destino, en lugar de Hollywood sea la prisión del su estado. 

 

          

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