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Balance del 2000

Enrique Vargas Peña

31 de diciembre de 2000

 

Difícilmente pueda encontrarse en los anales paraguayos un año peor que este 2000 que se acaba, en cualquier campo que se revise, a pesar de que a finales de 1999 parecía que ese último año del siglo XX no podría ser superado.

Desde la marcha de la economía, que continuó su creciente deterioro sin  pausas a lo largo del año, hasta la de la vida institucional, que siguió sin interrupciones su camino de consolidación de un modelo de participación popular y derechos civiles restringidos, pasando por los empeoramientos de las situaciones de salud, educación e incluso la posibilidad de transporte, afectada por la falta de mantenimiento de la infraestructura vial.

En el transe, muchas familias se quebraron, al no poder resistir las tensiones a que fueron sometidas por la ostensible y acelerada disminución de la calidad de vida.

La incomprensión de los fenómenos que afectan a cada paraguayo impidió en muchos casos hacer el esfuerzo de suplir con buena voluntad las carencias y el resultado fue aquella desintegración lamentable.

Por razones como esas, numerosas personas que se encontraban en la línea de pobreza o poco más, fueron empujadas a la marginalidad y esta misma, ampliada por la incapacidad proyectada desde el Estado, se está convirtiendo base de una violencia social que el país no había sufrido en toda su historia.

Los síntomas de la descomposición general del Paraguay son ya inocultables.

No hay discurso oficial ni estadística pública que puedan cubrir o disimular la pérdida del poder adquisitivo o los baches de las calles, o los cortes de luz, por citar algunas cosas.

Los intentos del presidente González Macchi o del presidente del Banco Central Washington Ashwell por minimizar la situación adquieren, pues, el carácter de ejercicios de hipocresía y de cinismo cuando no la del extravío surrealista que envuelve el final de los regímenes políticos.

Más próximo a esto último está ya el discurso de los voceros mediáticos de la coalición del marzo (wasmosistas, argañistas, encuentristas, lainistas), ejemplificado por el patético, simplemente patético, artículo firmado por Alfredo Boccia Paz en la página 12 de la edición del 30 de diciembre de Ultima Hora, bajo el título "Pudo haber sido peor".

         A nadie engañan. Después de dos años, la coalición de marzo no puede imputar a otros las culpas de su desastroso paso por el poder: lo cierto, lo incontrovertible, lo que no es hipótesis, es que esa alianza convirtió al año 2000 en una pesadilla para los paraguayos. 

 

   

    

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