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El factor Jiménez

Enrique Vargas Peña

30 de mayo de 2000

              

Una extraña y sorprendente diferencia está a la vista, ahora mismo, entre el discurso que el gobierno norteamericano de Clinton tiene hacia Perú y Haití y el referido a Paraguay y Ecuador.

Son dos discursos distintos. En realidad son contrapuestos, contradictorios, mutuamente excluyentes.

Para Perú y para Haití, la administración Clinton sostiene que las elecciones deben ser incuestionables para otorgar legitimidad y que los opositores no deben ser arbitrariamente hostigados. Para Paraguay y Ecuador contribuye en la construcción de un sistema político de participación popular restringida, en los que los excluidos son arbitrariamente hostigados.

Sin embargo, es el mismo gobierno el que los realiza, son las mismas personas las que lo propalan.

         Las conductas arbitrarias, inexplicables, lo son solamente en apariencia, porque los observadores desconocer todos los factores que las motivan.

Eso ocurre con las actitudes de la administración Clinton hacia Paraguay y Ecuador. Es generalmente desconocido el factor que las produce.         En verdad, en el caso paraguayo al menos, se ha tratado, además, de ocultar en forma deliberada, con el auxilio da la mayor maquinaria propagandística jamás montada en Paraguay, las motivaciones reales de la política de Clinton hacia el país.

Aquí cabe una disgresión sobre el señor Clinton, que ayudará a comprender cabalmente el asunto: el presidente norteamericano es uno de los hombres más cuestionados desde el punto de vista moral que haya pasado por la Casa Blanca.

A tanto llega este cuestionamiento que ha sido sometido a un juicio político en el que él mismo ha reconocido su indisciplina personal y la comisión reiterada de perjurio para obstruir a la Justicia, a pesar de lo cual fue exonerado, no por ser inocente, sino en razón de otras consideraciones políticas.  

         Y por no ser inocente, existen procesos judiciales que esperan que termine su periodo como presidente y pedidos tan graves como el que formula la Asociación de Abogados de Arkansas, su estado natal, para despojarle de su matrícula de abogado para la que no le consideran moralmente apto.

         Volviendo al tema del presente comentario, hay que decir que los esfuerzos realizados por ocultar las motivaciones de Clinton no fueron suficientes para cubrir el asunto, que ha salido a luz, aunque son muy pocos los que se ocupan de esclarecerlo.

         El factor que mueve la política norteamericana en Paraguay es la relación que existe entre Bill Clinton y el filipino Mark Jiménez, contribuyente del partido Demócrata gracias a fondos que obtiene en Paraguay. 

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