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La candidatura de Fadul

Enrique Vargas Peña

26 de diciembre de 2000

 

         Pedro Fadul, exitoso prestamista, acaba de anunciar la venta de su financiera para dedicarse a lo que eufemísticamente denomina "actividad social" y que, en realidad, es un proyecto político que puede culminar con su candidatura presidencial para el año 2003.

        Los ingenieros financieros -lease maestros en "ingeniería financiera"- encuentran en Fadul la encarnación de un nuevo proyecto político edificado sobre los mismos cimientos que fundaron los anteriores, encabezados por Guillermo Caballero Vargas (Encuentro Nacional) y Juan Carlos Wasmosy.

        Una de los clichés que estos proyectos aprovechan es la idea, muy aceptada en las clases media y alta, de que un buen ingeniero financiero puede ser, por el hecho de serlo, un buen líder gubernamental.

        Aunque el paso de Caballero Vargas y de Wasmosy por la vida pública desmiente categóricamente esa idea, como la desmiente también el análisis del marco en que se mueven los ingenieros financieros, estos insisten en esa idea.

        Los ingenieros financieros del Paraguay no son, hablando con precisión, "empresarios", en el sentido estricto del término. Son exploradores, más o menos afortunados, de formas de usufructo del dinero ahorrado por miles y miles de paraguayos - su habilidad consiste en llegar a una posición que les permite usar efectivamente ese dinero -. Si fueran verdaderos "empresarios" el país no estaría sufriendo la larga crisis financiera que soporta desde abril de 1995.

        Pero el puntal de los proyectos de Fadul, Caballero Vargas y Wasmosy es la idea de que se puede alcanzar el desarrollo económico mediante la coordinación  de algunos intereses corporativos (por ejemplo los de los sindicatos con los del gremio industrial, los de los importadores con los de los productores, etc.).

        Es el viejo proyecto que para el Paraguay viene proponiendo la Iglesia Católica desde la creación del tiempismo. Es, en realidad, el proyecto que la Iglesia viene proponiendo desde el feliz matrimonio sin divorcio que inició en 1929 (Pacto de Letrán) con las propuestas de Benito Mussolini. Antes se llamaba "Estado Corporativo"; aquí y por ahora le llaman "Paraguay Jaipotáva".

        El corporativismo olvida que hay mucha sociedad civil fuera de las agremiaciones y que al atender solamente a estas, se posterga necesariamente a los ciudadanos.

        El país que hoy sufrimos es, en gran medida, consecuencia de esas ideas que Fadul promete reeditar y profundizar.

        Pedro Fadul y los católicos tienen perfecto derecho a impulsar este proyecto y sus beneficiarios lo tienen para apoyarlo. Y los ciudadanos de a pié tienen perfecto derecho también a votarle, sin miedo a lo que digan  los obispos, en contra.

        Lo que Fadul no tiene derecho a hacer es lo que hicieron después de ser repudiados por los ciudadanos el 10 de mayo de 1998: torpedear al gobierno libremente elegido con la excusa, siempre repetida por Wasmosy y Pancho de Vargas, de que "el pueblo no sabe elegir".

 

   

    

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