editorial del
diario La Nación del 28 de febrero de 2000*
El caso de Patricia Blasco
El caso que afecta a la jueza electoral Patricia Blasco, cuyo
enjuiciamiento ha sido solicitado al Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados por algunos
simpatizantes de Domingo Laíno, embajador del encargado del despacho de la Presidencia de
la República, debe sumarse a la ya larga lista de hechos que exponen cómo los grupos
políticos dominantes han estado impidiendo la independencia de los jueces y, con ello,
que haya esperanzas de Justicia en el Paraguay.
La Dra. Blasco se encargó de fiscalizar la reciente convención
extraordinaria del partido Liberal Radical Auténtico en la que una abrumadora mayoría de
los representantes allí reunidos resolvió, en contra de la posición de Laíno,
abandonar el gobierno ilegítimo que preside el senador Luis González Macchi.
Los gubernistas acusan a la Dra. Blasco de violar la Constitución y
las leyes durante la convención, lo que se habría materializado, según ellos, al no
haber ordenado la jueza el fin de los abucheos históricos que recibieron los partidarios
del gobierno ni la adopción del voto secreto, entre otras cosas.
La normalidad de la convención fiscalizada por la Dra. Blasco es
evidente para cualquiera que haya seguido sus deliberaciones por cualquiera de los canales
de televisión o emisoras de radio que la transmitieron en directo, aunque eso no interesa
a los gubernistas.
Lo que interesa a los partidarios de la coalición actualmente en el
gobierno es reafirmar el mensaje que están enviando a los jueces al menos desde 1997: el
juez que no se alinea con ellos corre el riesgo cierto de ser sometido a proceso.
No a cualquier proceso, sino a un proceso llevado a cabo por ellos
mismos, por los gubernistas, cuyas fuerzas dominan el Jurado de Enjuiciamiento de
Magistrados desde su creación.
A Laíno y demás oficialistas no les interesa tanto el resultdo de ese
proceso, sino el amedrentamiento que importa para jueces que en el futuro puedan verse
tentados a actuar con independencia.
Antes que la Dra. Blasco, al menos ocho jueces fueron procesados, y
muchos removidos de sus cargos, por haber intentado actuar de acuerdo a sus conciencias y
no según los dictados de la coalición que ahora ocupa el poder.
Todo el país, aunque no las embajadas extranjeras, conoce esta
intolerable y abierta forma de presión con que las mencionadas fuerzas políticas impiden
la independencia de los jueces, presión que va desde la que se ejerce sobre magistrados
como la Dra. Blasco hasta la que existe sobre los miembros de la Corte Suprema de
Justicia, con resoluciones como la adoptada por el Senado removiendo ilegalmente a tres de
sus miembros.
Esa presión es la que ha convertido a la presente administración
judicial paraguaya en una de las peores, sino la peor, de todas las muy malas que ha
sufrido el Paraguay y que han convertido al país en guarida de ladrones y reino de
impunidad.
Pues cuando los jueces están sometidos a presiones como estas, tienden
a prevalecer las ordenes de caciques políticos como Domingo Laíno quien, no por
casualidad, es uno de los ideólogos de este sistema perverso que priva al Paraguay de
Justicia.
La lección que es necesario aprender del procesamiento de Patricia
Blasco es que no habrá Justicia en el Paraguay mientras los políticos tengan el poder de
amedrentar a los jueces que les otorga una estructura institucional que construyeron para
su propio beneficio y en deliberado desmedro del de la sociedad.