Enrique Vargas Peña

Hoy, 24 de diciembre, y mañana, 25, celebra la cristiandad el advenimiento de su salvador, Jesús de Nazaret. Antes que ellos, en estas fechas celebraban una fiesta de amor los griegos y los romanos. Y aún antes, los judíos compartían también por estos días la alegría de la vida familiar.

Es bueno que así sea y que durante esos momentos se reúnan las personas con sus seres queridos para celebrar las cosas importantes de la vida que, ciertamente, no se agotan en la apasionada discusión política ni en la resistencia a la opresión.

Solamente los espíritus totalitarios son incapaces de darse a sí mismos una tregua, tan sumidos están en el designo de imponer a los demás sus valores y creencias.

Por alguna razón que no viene al caso discutir, todos las raíces de la cultura occidental confluyen en esta fecha para regalarse un momento de calma, de sosiego, de vida familiar, un momento para bajar las armas, interrumpir las disputas, estar en paz.

Nosotros nos sumamos a la celebración y esperamos que esta noche la sidra o el champán permitan a todas las personas de buena voluntad pasar un grato momento de alegría.