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La designación de Latorre

Enrique Vargas Peña

23 de agosto de 2000

          

        La designación por el Senado de la República del abogado de la familia Argaña, Oscar Latorre, para el cargo de fiscal general del Estado, tiene implicancias que van mucho más allá de la mera solvencia personal del designado, sobre la que los diversos medios han realizado ya un análisis.

        El señor Latorre ha sido votado solamente por la coalición de fuerzas articulada por el ex presidente Juan Carlos Wasmosy, lo cual puede indicar dónde se encuentra la lealtad del fiscal general designado.

        La movida acarrea un gran costo político a esa coalición, pero ella parece dispuesta a pagarlo en orden al objetivo real que la está moviendo ya en este momento: el proyecto de reelegir al señor Wasmosy, o a quien él designe, como presidente de la República en 2003.

        Si esta perspectiva pudiera confirmarse, el despliegue de piezas en el tablero sería bastante comprensible.

        Latorre ha sido promovido a la Fiscalía General con un sólo objetivo aparente, el de mantener la exclusión política de un amplio sector de la sociedad, la Unión Nacional de Colorados Eticos (UNACE), presida por Lino Oviedo, grupo que, como se ha demostrado el 13 de agosto, está en posición de impedir cualquier intento de Wasmosy de retomar directamente la dirección de los asuntos nacionales.

        Aunque la reelección presidencial es todavía inconstitucional, existe un sordo movimiento de operadores del ex presidente en el sentido de promover una reforma constitucional que remueva ese obstáculo, a caballo de otras reformas que sí pudieran ser necesarias.

         Y si esto no se da, hay varios candidatos en los partidos políticos a servir de prestanombres en el Palacio de López al ex presidente.

Consecuentemente, la acción de Latorre al frente de la Fiscalía General del Estado no tardará en hacerse sentir con todo el peso que la posición aporta.

Debe recordarse que el fiscal general designado está implicado en el montaje de un "caso Argaña" (para investigar el asesinato del vicepresidente Luis María Argaña) en el que se inventaron testigos y se acusó falsamente, como se ha demostrado, a muchas personas.

En el marco de estas operaciones, fue muerto por un comando de fuerzas del Estado el ciudadano José “Coco” Villar, imputado también de manera errónea en el asesinato del vicepresidente.

        A pesar de ser públicos y notorios estos hechos, la coalición wasmosista en el Senado impone al país a ese fiscal general. Vale repetirlo: lo hizo porque no le interesan los costos políticos a la luz del proyecto que está en marcha. 

       

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