El
presidente del Banco Central del Paraguay, Washington Ashwell,
sostiene que el país se encuentra en franco proceso de
recuperación y que la economía está dando ya señales de
crecimiento. El señor Ashwell utiliza, para basar su afirmación,
la incidencia de dos o tres sectores muy especiales en el Producto
Interno Bruto.
El caso del crecimiento previsto para la agroexportación es
muy demostrativo de esta especialidad.
El sector agroexportador es uno de los más dinámicos de la
economía paraguaya, pero sus efectos multiplicadores están muy
limitados por el tipo de estructura empresarial que se encarga de
motorizar a este sector.
Se trata de una estructura muy próxima al oligopolio, que
concentra la generación de recursos en un grado superlativo.
Consecuentemente, su aporte al crecimiento del Producto Interno
Bruto, aunque puede modificar la lectura de las cifras macroeconómicas,
no implica por sí mismo la existencia de una tendencia sostenida de
crecimiento económico, más aún porque su propio desarrollo
depende más de variables internacionales que de condiciones
locales.
Una
analogía que puede facilitar la comprensión del fenómeno es la
que proporciona el sector petrolero en Venezuela, bastante mejor
conocido y analizado que cualquiera del Paraguay, que modifica las
cifras macroeconómicas de aquella economía pero no impide que el
ochenta por ciento de la población se encuentre sumido en un
proceso de pauperización acelerado.
De la agroexportación surgen, principalmente, los números
que utiliza el señor Ashwell para pintar un país que la gente común
atribuye a la imaginación del presidente del Banco Central, pues en
la calle, la recesión no hace más que agravarse.
Además, el Banco Central no ha dado a conocer con la profusión
deseable un desglose del Producto por sectores o por regiones, lo
que permitiría explicar con mayor solvencia lo que sucede en el país
y observar quiénes son, en realidad, los que están acaparando los
recursos nacionales.
Esta falta de información al público acerca de todas las
cifras de la vida económica paraguaya no es accidental y es
resultado de la posición política del señor Ashwell, quien desde
el principio mismo de su gestión dejó en claro que la
transparencia no era su objetivo ni su instrumento para administrar
el Banco Central.
De hecho, fue él quien suprimió, de un plumazo, la
publicación de los informes sobre la solvencia del sistema
financiero nacional.
Hay otros síntomas inocultables de que el país de Ashwell
no es el Paraguay del resto de los paraguayos, por ejemplo, el
crecimiento descontrolado del déficit fiscal, que está mostrando
no solamente quiénes se quedan con los recursos, sino qué políticas
está usando el régimen con tan desastrosos efectos.
El Paraguay real no está creciendo. Está decreciendo. Los
disfraces no modifican el hecho de que hay cada vez más pobres y
menos ricos en el país.
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