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"Oviedo tiene la culpa"

Enrique Vargas Peña 

22 de mayo de 2001

 

        Las elecciones coloradas del pasado 6 de mayo volvieron a poner en  evidencia el continuo éxito de la estrategia propagandística de la  coalición de marzo: hay un sector de la sociedad, integrado principalmente por los estratos medios y altos, al que se ha hecho creer que el oviedismo es la encarnación del mal y que Lino Oviedo es el Anticristo en persona.

        Montañas de ejemplares de Ultima Hora y Noticias y una eternidad  de más de tres años oyendo a Mina Feliciángeli y Stella Ruffinelli convencieron a  mucha gente de que el Paraguay estaba siendo atacado por Satanás y que  era necesario y bueno hacer cualquier cosa, absolutamente cualquier cosa, para  repeler la agresión diabólica.

        Ese es el punto central del esquema: como el enemigo es el mal absoluto,   justifican el uso de cualquier medio para lograr el fin de detenerlo.

        Todo el trabajo de los publicistas de la coalición de marzo en estos últimos tres años y algo se ha estado centrando en vender ese sofisma perverso: una parte grande de los paraguayos es intrínsecamente mala y, por tanto, la otra parte tiene derecho a prevenirse.

        Como puede notar con facilidad cualquier conocedor medianamente ilustrado del nacional-socialismo, se trata de un esquema absolutamente goebbelsiano (propio de Joseph Goebbels, ministro de Propaganda de Adolfo Hitler).

        Goebbels desarrolló, desde el partido Nacional Socialista Obrero Alemán que lideraba Hitler y a partir de los procesos electorales de 1928 y 1932, una campaña publicitaria que afirmaba que Alemania estaba siendo atacada por un mal absoluto, la democracia burguesa y que los alemanes tenían el derecho supremo, como nación, a oponerse a ese mal y destruirlo.

        Sus reflexiones se hicieron célebres: “Esto demandamos” del 25 de  julio de 1927 o “Por qué queremos entrar al Parlamento” del 30 de abril de 1928,  por citar dos ejemplos solamente.

        Con habilidad extraordinaria, Goebbels presentó cada problema del país,

desde los relativos a la defensa nacional hasta los referidos a la natalidad, como causado directa o indirectamente por la democracia burguesa, a cuyos exponentes (Strasseman, Ebert) imputó la intención criminal de poner a Alemania al servicio   de los plutócratas anglosajones y de la judería internacional.

        Fue el primer publicista en aprovechar hasta las últimas consecuencias los miedos de la gente para inducir determinadas conductas sociales.

        Es lo que los propagandistas del régimen inaugurado el 28 de marzo de 1999 hicieron en Paraguay. Conocedores de los miedos de los estratos medios y altos de la sociedad, convirtieron a Oviedo en la causa de todos ellos.

Por eso Oviedo tiene la culpa de todo. Desde la crisis económica hasta los problemas campesinos; desde el megaasalto hasta la basura tóxica.

        Los coaligados de marzo (wasmosistas, argañistas, liberales, encuentristas y católicos) han destruido el país hasta sus cimientos, han pervertido sus instituciones políticas y judiciales, han consentido los robos más escandalosos y desvergonzados, total “Oviedo tiene la culpa”.

        Esta respuesta mágica permite al régimen inaugurado el 28 de marzo de 1999 aumentar el margen de impunidad ya enorme con que cuenta (el Poder Judicial es suyo) pues tiene a mano a quien achacar la culpa de los problemas que él mismo crea o profundiza.

        ¿No tienen los estratos medios y altos de la sociedad paraguaya elementos para discernir la realidad?

    

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