La dictadura oligárquica
que sufrimos desde el 28 de marzo está quebrando a los paraguayos.
¿Por qué está quebrando a los paraguayos la dictadura?
Los está quebrando porque ella se gasta la plata del pueblo en pagar
tres cosas: la primera, numerosos contratos privilegiados; la segunda, la intención de
convertir al funcionariado público, incluídos los militares, en su instrumento
político; la tercera, la enorme, extendida, profunda y creciente corrupción que existe
en el país, un nuevo "precio de la paz", que incluye los costos de
mantenimiento de un aparato de propaganda política de una magnitud nunca antes vista en
el Paraguay.
Están quebrando a la gente porque se usa el dinero del pueblo en
asegurar el tren de vida de quienes sostienen a la dictadura que nos oprime.
De paso, hay que señalar que esta misma voracidad es la que desvirtúa
las retóricas apuestas de la oligarquía por la reforma del Estado, cosa que no puede
hacer sin afectar su base de sustentación, como no puede adecentar el Poder Judicial sin
perjudicar sus chances de sobrevivir.
Cuando hablo del régimen, incluyo no solamente a los seguidores del
asesinado vicepresidente Argaña, a los del ex presidente Wasmosy y al partido Encuentro
Nacional, sino tambien a los liberales, cuyo discurso aparece últimamente como crítico
al del presidente González Macchi, pero cuyos votos en la legislatura siguen aprobando
cuanto salvataje financiero para los amigos se presente.
En su inmoral búsqueda de fondos para pagar esas cuentas ilegítimas,
el régimen ha realizado varios tanteos, entre los que cabe recordar al postergado
tarifazo anunciado hace unas semanas, hasta que vino a encontrar las posibilidades que le
ofrecen las naftas, cuyos precios van a subir de 1.600 a 2.080 guaraníes por litro de 85
octanos,; de 1.800 a 2.240 Gs. la de 95 octanos y de 1.950 a 3.120 Gs. la de 97 octanos,
según los medios.
Estos aumentos se producirán porque la dictadura está elevando los
impuestos que pagan los consumidores de naftas. La excusa que esgrimen para justificar
dicho incremento impositivo es que los recursos que se obtengan de él se usarán para
subsidiar el gasoil.
La presidenta de la Asociación de Propietarios de Estaciones de
Servicio y Afines (APESA), Blanca Lila Mignarro, dijo que esa excusa no tiene sentido
alguno porque el gasoil mueve al 80% del mercado, mientras que las naftas mueven solamente
al 20%.
El subsidio al gasoil es también un subsidio a los lujosos Mercedes y
4x4 diesel de los oligarcas a los que el régimen no sabe aún cómo cobrar una pequeña,
en realidad indecente, contrapartida del 2% anual frente a los impuestos diarios o
semanales que pagarán los dueños de autos nafteros.
Independientemente de la opinión de la señora Mignarro, es evidente
que no habría necesidad de subsidiar el gasoil si las cuentas públicas fueran
administradas sin el peso de las necesidades políticas del régimen, que las tiene por
ser ilegítimo, fruto de un golpe de Estado, sin sustento alguno en el pueblo, al que ha
negado el derecho a elegir a sus gobernantes.
La dictadura oligárquica que sufrimos necesita alquilar adhesiones
para subsistir y al hacerlo desarregla el manejo de la cosa pública y carga sobre los
indefensos sus crecientes costos de supervivencia.
Como si hiciera falta alguna demostración más sobre las innumerables
que ya existen, el asalto del régimen a las naftas demuestra que le importa mucho menos
la suerte de la gente, que su propia suerte, que su propio poder, que su propia riqueza.
El régimen de González Macchi debe irse porque cada minuto que sigue en el poder es
un nuevo paso hacia el empobrecimiento de los paraguayos.