La
comunidad empresarial paraguaya se encuentra en un estado anímico crítico,
ocasionado por la sensación, cada vez más afirmada, de que no existe
salida para el país.
Las
salidas para el Paraguay no son fáciles, ciertamente, y la situación
económica, que se agrava día a día, exige que se ensaye alguna y rápido.
Las
condiciones objetivas para un cambio están dadas y lo están también
las subjetivas. Pero muy pocos tienen claro el destino hacia el que
quieren ir.
En
los pasados diez años de transición a la democracia, la comunidad
empresarial jugó un rol protagónico en el proceso político,
interviniendo activamente en asuntos electorales, en el debate público,
en la búsqueda de definiciones.
Durante
ese tiempo, ella creyó que el problema central estaba en potenciar a
políticos, o a empresarios, que comulgaran con ella en su visión del
país. Y pocos políticos resistieron.
En
ese orden, el empresariado creyó además, que era necesario y
beneficioso para el país, impedir que los políticos que tenían
objeciones sobre esa visión particular, pudieran acceder al poder.
Los casos de Luis María Argaña y de Lino Oviedo son suficientemente
demostrativos.
Fueron
proyectados al poder, o a posiciones de influencia decisiva en el
poder, aquellos que se habían comprometido con la visión del
empresariado y, sin embargo, el país no ha avanzado. Ha retrocedido
dramáticamente.
¿Por
qué?
Porque
el clima adecuado para los negocios no está dado tanto por gobiernos
que compartan el proyecto de país del empresariado, sino por la
estabilidad institucional, que es el origen de la predecibilidad y la
base de la seguridad jurídica.
Un
gobierno empresarial, como fue el del ingeniero Juan Carlos Wasmosy,
por citar un ejemplo, garantiza el clima deseado para las inversiones
mucho menos que el gobierno comunista cubano, cuya formación es
completamente contraria a lo que podría llamarse la ideología
empresarial.
La
aparente paradoja se desvanece cuando se observa que los comunistas de
Cuba han sido capaces de proporcionar al inversor mayor estabilidad
institucional, predecibilidad y seguridad jurídica que la de los
integrantes del proyecto Wasmosy, con sus Poder Judicial repartido y
sus violaciones a las reglas del sistema político formal.
El
clima adecuado para los negocios, y para el desarrollo, llegará al
Paraguay cuando todas las fuerzas sociales entiendan que es necesario
dejar funcionar al sistema democrático, sin cortapisas.
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